ECONOMÍA

El frenazo de 2017, la última amenaza

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photo_camera El expresidente de la compañía Volkswagen, Martin Winterkom.

La tendencia de 2016, por las consecuencias de la acción política, puede incidir bruscamente en el buen comportamiento económico 

No todo va a ser investidura. Al menos en la economía, hay otros dos asuntos correlacionados estos días: el aniversario del escándalo automovilístico alemán y lo que ya se empieza a hablar del frenazo en 2017. Tal vez merece la pena estar pendientes.

La Agencia Medio Ambiental de los EE UU anunció el 18 de septiembre de 2015 que el fabricante alemán Volkswagen había modificado los motores para que las emisiones de gas fueran menores durante las pruebas de laboratorio. A la semana del escándalo, las acciones de Volkswagen cayeron sobre un 40%, de 168 euros a 108 la acción. Viene bien recordarlo para este momento en que en el debate de investidura tanto se remarcó el tema de la corrupción: el recordatorio constata la evidencia de que los actos delictivos son consustanciales al ser humano, independientemente de la nacionalidad, la cuantía y la empresa. Pero si bien esto es admisible como tesis, en cambio lo que no es igual es la respuesta punitiva de cada sociedad.

Las consecuencias del escándalo de Volkswagen no sólo se hicieron sentir en la bolsa, sino que inmediatamente varios directivos fueron despedidos y, como no podía ser de otra manera, el presidente de la compañía, Martin Winterkom, dimitió, y en la actualidad se encuentra sometido a un proceso jurídico de una serie de cargos públicos como responsable de la estafa.

El número de coches afectados por estas prácticas ilegales llegó a 11 millones de vehículos y los costes totales por el fraude ascendieron a 18.000 millones de euros, con repercusiones directas sobre otras compañías, como fue el caso de BMW, cuyas acciones perdían un 10%, o de Daimler (Maybach, Mercedes-Benz y Smart), que cayó un 17%, no habiendo indicios de que estas firmas hayan actuado ilegalmente.

Si se analiza el comportamiento bursátil puede llegarse a estas dos conclusiones: 1, la Volkswagen no ha sufrido un excesivo castigo a pesar de las grandes pérdidas económicas en las que se vio inmersa. Y 2, BMW y Daimler sí han acabado sufriendo en bolsa las sospechas de haber incurrido en prácticas ilegales aunque por el momento no hay indicios que apunten en esa dirección. Daimler cotiza a un ratio de per 8,4 y el de BMW, a 7,8. Si lo comparamos con la media del sector (14.0) o con el Euro-stock 50 (15,50), vemos que se trata de dos valores anormalmente bajos respecto a sus beneficios. Disipado todo indicio de ilegalidad, son dos valores atractivos.

¿Conclusión? Ante este escándalo, Alemania demostró tener un sistema judicial rápido, capaz de despejar el motivo de la ilegalidad. Y si éste no fuese determinante para la calidad del producto, la bolsa rápidamente lo captaría. La realidad es que estamos ante dos buenos valores, pero ¿por qué están cotizando tan bajo? Hay quien ve en todo ello la tesis de los cambios bruscos, de tal manera que la tendencia de 2016, por las consecuencias de una nefasta acción política, puede incidir bruscamente en el buen comportamiento económico.

La reducción de la demanda de recursos energéticos que hundió el precio del petróleo, el próximo ciclo contractivo americano y el poco margen de acción del BCE a estas alturas conducen a un cambio brusco de la tendencia de la economía, de ahí que se empiecen a manejar tantos argumentos sobre el frenazo de 2017. Claro que de todo esto se habla fuera, aquí en España parece que la realidad es otra. Veremos.

@J_L_Gomez

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