Antropólogo e investigador

Mandianes Castro: ‘Antes nosotros regulábamos el tiempo, ahora somos esclavos del reloj y perdemos libertad’

 El profesor Manuel Mandianes posa en la calle del Paseo durante su última visita a Ourense.
El antropólogo Manuel Mandianes Castro (Loureses, Os Blancos, 1942), habla sobre la importancia de recuperar la riqueza etnográfica en Galicia. Propone para ello rescatar el patrimonio y la riqueza cultural de las tabernas que sobreviven en las aldeas ourensanas.
El reconocido sociólogo, investigador y etnógrafo ourensano, oriundo del concello de Os Blancos, en A Limia, Manuel Mandianes Castro, participó recientemente en Ourense en el II Congreso de Patrimonio ‘O patrimonio no século XXI, no centenario de Xaquín Lorenzo’, jornadas organizadas por la Facultad de Ciencias da Educación. Mandianes Castro estudió Antropología en la Sorbona de París y Teología en Estrasburgo. En la actualidad desarrolla su labor en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Barcelona.

En Ourense presentó la conferencia ‘Tempo e espazo patrimonial’, ¿cómo valora su experiencia?

Fue algo muy positivo. Entre los temas de los que hablé destaco el hecho de que la sociedad gallega fue una sociedad rural hasta la década de los 60. Desgraciadamente, los pueblos de la zona de Ourense se encuentran despoblados actualmente. Es por eso que en mi ponencia dije, de una forma exagerada, que hoy hay más museos etnográficos que niños en las escuelas rurales. De todos modos esta prolifera ción de museos demuestra el cambio social y la urbanización de nuestra sociedad, una sociedad que desprestigia al mundo rural. Este desprestigio con el tiempo lo hemos transformado en un deseo por recuperar el patrimonio. El fenómeno de despoblación del mundo rural está directamente ligado con el fenómeno de proliferación de los museos etnográficos. Es por eso que se recogen objetos del pasado de una forma masiva.

¿Qué se debe hacer con estos objetos, además de colocarlos en los museos?

Estudiarlos y explicar al público su sentido y su utilidad en la sociedad del pasado. Debemos interpretarlos en su sentido original. Hemos perdido el significado de los objetos y esto se debe a la ruptura de los contenidos de la enseñanza. Ayer los nietos escuchaban a sus abuelos y sus historias, hoy en día son los abuelos los que escuchan a los nietos, pues el conocimiento de los jóvenes es técnico y tecnológico, y el de los abuelos es conceptual y humanístico.

Las diferencias culturales entre generaciones son abismales, ¿cómo perjudica esto a la sociedad?

A mi parecer, tanto el conocimiento de los mayores como el de los jóvenes se debe complementar, pues por una parte el abuelo debería aprender a usar internet aunque viviera en una mazmorra, y así podría comunicarse con su nieto. Por otro lado, al nieto le vendría bien escuchar al abuelo, pues eso ayudaría a humanizar la tecnología. Aquí hago un inciso, para decirle a la gente que aproveche el sentido humanístico de la sociedad, pues parece que en el trato diario se han perdido las costumbres de convivencia que se tenían en el pasado. Por ejemplo, si nos encontramos con un amigo en la calle lo saludamos pero no nos quedamos a charlar con él, como se hacía antes en las aldeas y en los pueblos de Ourense. Si pudiéramos plasmar esas costumbres del pasado en las ciudades actuales sería maravilloso. Antes nosotros éramos los que regulábamos el tiempo, ahora somos esclavos del reloj, y esto nos quita libertad.

¿Era más libre la sociedad ourensana hace 40 años?

Sí, en cuanto al manejo de su propio tiempo, en especial los pobladores del rural. Todo esto está relacionado con lo que yo llamo la ‘sociedad líquida’, en relación al carácter desechable de los objetos, por eso compramos un bolígrafo y lo tiramos, ropa que usamos una sola vez, es como si tuviéramos un puña do de agua en las manos. Antes, los objetos estaban personalizados, es decir, si alguien olvidaba su chaqueta en el monte, el que la encontraba sabía de quién era, ya que los objetos eran antes mucho más cercanos a la gente.

¿Por qué piensa que acumulamos objetos y consumimos tantos productos?

Todo esto pasa porque estamos en una constante búsqueda de nuestra identidad, de saber quiénes somos. A esto se le suma la globalización, lo que crea desconcierto en la sociedad.

¿Qué podemos hacer para rescatar por completo el patrimonio etnográfico ourensano?

En las tabernas de pueblos y aldeas es donde realmente se encuentra un tesoro etnográfico tremendo, por eso sus propietarios deben recibir subvenciones del Gobierno para evitar que desaparezcan. Las tabernas son realmente la casa del pueblo.

Tal parece que la riqueza de la antropología se queda en las aulas y no en la calle.

Es cierto, lo que pasa es que en todos los congresos sobre el patrimonio, lo que en verdad se busca es nuestra identidad tradicional como gallegos. Eso sólo lo podremos encontrar en nuestra historia. La mayoría de los jóvenes no conocen el verdadero significado de los objetos del pasado y resulta imposible que una hoz represente para ellos lo mismo que para mí, pues para mí la hoz no es un objeto de museo porque lo utilicé para trabajar en el campo. Para mí una hoz representa un trabajo durísimo, y para un niño significa una pieza de hierro con un mango de madera.

¿Qué proyectos desarrolla actualmente en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)?

Acabamos de terminar un proyecto para el Ministerio de Cultura y el de Interior sobre los inmigrantes en nuestro país. Yo me dediqué a estudiar la integración de los colombianos en Cataluña. El punto más importante que rescato en mi investigación es que ellos reproducen sus festejos y sus costumbres en territorio español para soportar su estancia en este país, reforzando así su idea de grupo o colectivo extranjero. En la medida que refuerzan su propia identidad como colombianos, dificultan su integración con el país de acogida.

¿Cuál es la mejor mecánica para que los inmigrantes se integren en la sociedad española?

Que dejaran de formar grupos entre ellos. Lo mejor sería que tanto en Barcelona como en Ourense los inmigrantes convivieran continuamente con la sociedad de acogida. Es inevitable que los inmigrantes se junten más entre ellos que con los españoles, pues afectivamente el ser humano lo necesita. Lo mismo ha pasado históricamente con el pueblo gallego.

¿Cuándo descubrió su pasión por la antropología?

En el momento en que me di cuenta de la importancia que tiene la antropología para resolver los problemas sociales. Recuerdo que hace años estuve viviendo en Colombia y descubrí que el contenido de nuestras palabras no era exactamente el mismo. La antropología me puso en el camino exacto para desenmascarar y descubrir los verdaderos problemas de la sociedad. Con el tiempo puedo decir que nunca aprendí antropología en la universidad, más bien lo hice a través de la gente de los pueblos, escuchando su vida e investigando su historia.

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