DEBATE DEL ESTADO DE LA NACIÓN

Todavía queda partido

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photo_camera Pedro Sánchez, este martes en el Congreso. (EFE)

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez protagonizan la primera jornada del debate, con cruce de acusaciones y reproches incluídos

Algunos daban ya la legislatura por amortizada. Que nada de lo que hicieran unos y otros podría impedir el fin del bipartidismo, el cambio de ciclo político, la defunción del sistema político del 78. Y podría ser, aunque el debate del estado de la nación ha demostrado que todavía queda partido.

Lo ha dicho Mariano Rajoy al poco de subirse a la tribuna de oradores: la legislatura no está "agotada".

Y no es que la legislatura no esté agotada, es que Rajoy piensa ya en la siguiente, para la que promete 500.000 empleos anuales.

Un total de tres millones de puestos de trabajo para poder decir que España, ya sí, ha terminado de salir de la crisis y ha recuperado los niveles de empleo. Todo un mensaje electoral.

De momento, ha anunciado una decena de medidas sociales y económicas y de ayudas a las familias, como un cheque de 1.200 euros al año para familias monoparentales con dos hijos a cargo.

También ha prometido eliminar las polémicas tasas judiciales para las personas de a pie, una tarifa reducida de la Seguridad Social para los nuevos contratos indefinidos y bonificaciones para los trabajadores autónomos.


Medidas que se pondrán en marcha de aquí a las elecciones generales de otoño.

Esas elecciones que se presentan más inciertas que nunca por el avance de fuerzas emergentes como Podemos y Ciudadanos que, a día de hoy, todavía no se sientan en el Congreso, pero que nadie duda de que tendrán escaños el año que viene.

Rajoy se ha acordado de ellas, sobre todo de Podemos, aunque desde luego no para bien.

Aunque ha esquivado citar por su nombre al fenómeno político del momento, el presidente del Gobierno ha alertado del riesgo de los "demagogos" que ofrecen "remedios mágicos" pero que devolverían a España "a la ruina más descarnada".

Aunque para descarnado, el "cara a cara" con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, en el que Rajoy ha bajado a la arena para desacreditar la alternativa de los socialistas.

Además de llamarle "patético", el presidente del Gobierno no ha parado de lanzar diatribas contra Sánchez, al que ha reprochado no haber dado la talla "ni de lejos".

Pedro Sánchez se jugaba hoy mucho, con un liderazgo cuestionado dentro y fuera de su partido.

Salvo por algunas voces críticas que se han escuchado entre bambalinas por no haber transmitido más claramente su proyecto de país, la mayoría de los socialistas le han aplaudido con ganas y han alabado la actitud y la entrega de su jefe de filas frente al discurso "bronco", "displicente" y de "perdedor" de Rajoy.

Sin entrar demasiado en el "cuerpo a cuerpo" con Rajoy, Sánchez le ha dejado claro que no iba a admitir "ninguna lección" de un presidente del Gobierno que no ha asumido ninguna responsabilidad por el caso Bárcenas y que encima envía "mensajes cariñosos" al extesorero.

Frente al "destrozo descomunal" y el "gran fraude" que ha perpetrado el PP en estos tres años de Gobierno, Sánchez ha presumido de ser un "político limpio" y ha ofrecido a los españoles una "salida a la izquierda" para un "cambio seguro y esperanzador".

También en clave electoral, el líder del PSOE ha aconsejado a Rajoy que le eche un ojo a las encuestas antes de mirar a nadie "por encima del hombro" porque las cosas no están claras para nadie.

Y es que el panorama parlamentario que dibujan las encuestas no se parece en nada al que se ha visto hoy en el hemiciclo.

"Que viene el lobo", bromeaba en el pasillo un diputado al referirse a la inevitable llegada de Pablo Iglesias al Congreso.

Está claro que hoy no ha habido "coletas" en el hemiciclo y está por ver cuántas y con qué poder llegan al Parlamento.

Hasta entonces, Rajoy y Sánchez, Sánchez y Rajoy, seguirán dando patadas a la pelota porque, todavía, queda partido.

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