CULTURA

Amor, coca y gastronomía: Los Rolling en Galicia

Mi primera colaboración en “Papeles del Rock”, hace ya algunos meses, trató justamente sobre esta pandilla de adorables viejos forajidos del rock´n´roll, que ya están totalmente inmersos en la gira europea que les trae a Barcelona a finales de mes.

No vamos a entrar una vez más en toda la controversia sobre que sentido tiene para algunos que un grupo de músicos septuagenarios salgan de gira -tal discusión se vuelve estéril e inútil cuando agotan más de 200.000 entradas en toda Europa en menos de seis horas- o los precios de sus entradas -idéntica argumentación la anterior- u otras excusas que determinada prensa maneja para justificar artículos de periodistas que necesitan la coartada moral del ataque a los Rolling Stones para presumir de pseudo-progresismo acomplejado e hipócrita, o para autoconvencerse de que son mentalmente de la edad de sus nietos a pesar del inexorable paso del tiempo en forma de calva, canas que ni siquiera oculta el Just For Men o las interminables horas en el butacón tragando las profecías de Frank Zappa (“Soy el fango maloliente que sale de vuestro televisor”, Zappa dixit). 

 No. Vamos, ni una línea más. Por desgracia, los Stones en este periplo europeo solo visitarán en el estado español Barcelona -aunque ya se habla de un posible segundo tramo de gira por el viejo continente coincidente con los conciertos de Gran Bretaña en junio-julio de 2018- pero en anteriores giras, especialmente desde 1998, los promotores que los trajeron a España ya no solamente contaron con las tradicionales citas en Barcelona o Madrid. A partir de entonces, Andalucía, Aragón, Valencia, Euskadi, y también Galicia vivieron el gran acontecimiento que supone tener durante una noche a los Rolling Stones en un escenario de la ciudad o de la Comunidad autónoma. 

La primera ocasión en la que Galicia vivió un concierto de los Stones fue en el verano de de 1998, más concretamente el 18 de julio de 1998 en el estadio de Balaídos, el campo donde juega sus partidos el Celta de Vigo. En esa gira europea, en la cual se tenía como trasfondo el famoso álbum 'Bridges to Babylon' la banda había tocado anteriormente en Málaga y de hecho, su avión privado aterrizó en el Aeropuerto de Peinador el mismo día del show alrededor de las 18.30 de la tarde procedente de la ciudad andaluza. 

Desde allí, cada uno de los miembros del grupo fue conducido directamente al estadio en coches particulares donde ya estaba montado el Babylon Bar, una suerte de backstage especial instalado en cada concierto para el grupo y sus invitados más íntimos. Algunos años más tarde, mientras reunía documentación para mi libro “Los Rolling Stones en España”, supe que en el trayecto desde el Aeropuerto a Balaídos, el coche que llevaba a Ronnie Wood pasó por una calle en la que había una fachada del Banco Coca, que cuando el guitarrista la vio, estalló en carcajadas y según el conductor, no dejó de repetir entre risas en todo el viaje: “Banco Co-Ca... Banco Co-Ca...”. Imaginará el lector que clase de sustancia de origen andino fue la que produjo tal hilaridad al bueno de Ronnie Wood ¿verdad? 

 Los Stones de 1998 eran, como ahora, una máquina de rock´n´roll perfectamente engrasada, que funcionaba con una potencia increíble y que estaba dando unos conciertos impresionantes en toda Europa, con lo cual, Vigo no fue en modo alguno una excepción. Cierto es que el espectáculo visual, la grandiosidad del escenario y la puesta en escena podía en cierta manera tapar o dejar en un segundo plano el contenido musical del concierto, pero en esa gira, así como en la siguiente que también pasó por tierras gallegas, hacia la mitad del concierto emergía desde el escenario principal un puente mecánico que les transportaba hasta un minúsculo escenario en mitad del campo de fútbol en el cual, todos los que no habían podido acceder a las primeras filas, podían disfrutar de tres canciones – en el caso de Vigo fueron “Little Queenie”, una maravillosa versión de Chuck Berry que ya grabaron para su mítico álbum en directo en el MSG de Nueva York “Get Year Ya-Ya´s Out – The Rolling Stones In Concert!”, “The Last Time” y el clásico de Bob Dylan “Like a Rolling Stone”- en las que no había efectos visuales, ni gigantescas pantallas de video, ni parafernalia de ningún tipo. Simplemente cinco músicos haciendo rock y blues, a cara y pecho descubierto, y demostrando ahí, sin decorados ni videos, que solos frente al público, seguían siendo capaces de ser la banda de rock más grande de la historia y de emocionar, conmocionar y estremecer a quienes podían verles, sentirles y percibirles de cerca. 

Un año más tarde, los Rolling Stones volvieron a Galicia. Fue a mediados de junio de 1999, dentro del tramo europeo del “No Security Tour” en el que promocionaban el disco en directo grabado en los mejores conciertos del tour anterior de presentación del “Bridges To Babylon” y en esa oportunidad, el concierto tuvo lugar en el Monte Do Gozo de Santiago de Compostela el 15 de junio de 1999. 

La Region OkDos anécdotas se recuerdan especialmente de este segundo paso de los Stones por Galicia, y las dos protagonizadas por Mick Jagger. El concierto del Monte Do Gozo se iba a celebrar un martes, y el avión del grupo aterrizó al mediodía del día anterior, lunes 14 de junio, pero toda vez que fueron acomodados en el Hostal de los Reyes Católicos de la ciudad compostelana, toda la banda y su staff se quedaron en su alojamiento sin salir, a excepción de Mick Jagger, que tras disfrutar con parte de su staff personal y su familia de una cena en el restaurante Vilas, como era su costumbre trató de encontrar una discoteca o un club donde poder ir a bailar, pero al ser lunes, no encontraron ni un solo local abierto pasadas las 11 de la noche en todo Santiago de Compostela. Esto contrarió según se cuenta ostensiblemente al cantante, quien sin embargo e imagino que para quitarse el mal rollo de encima,  montó a su regreso una pequeña fiesta en su habitación en la que estuvieron bailando y bebiendo Ronnie Wood y Keith Richards. 

 Al día siguiente, el día del concierto, Mick con sus acompañantes fue a comer al restaurante Ceboleiro, muy cerca de la playa de Porto Do Son en Noia. El cocinero jefe del establecimiento, Silvestre Gómez, que preparó un menú de degustación especial para esta singular comitiva de clientes, siempre ha recordado como al terminar la magnífica comida que les preparó a base de mariscos y percebes, el propio Mick Jagger quiso saludarle en persona y su respuesta a la pregunta del chef acerca de que les había parecido el menú, por parte de Jagger fue simplemente: “Wonderful!!” 

Cerca de las cinco de la tarde, tras la comida, y dado que ese día fue especialmente soleado y caluroso en toda Galicia, Mick insistió en acercarse a la playa para darse un baño. El equipo de seguridad que le acompañaba, y con los que pude hablar tiempo después, me contaron una anécdota realmente curiosa. Jagger se zambulló en el agua y empezó a nadar, adentrándose cada vez más en el mar hasta que su seguridad... literalmente dejaron de verle. Estaban relativamente lejos de la orilla, en Galicia las corrientes son traicioneras, y aseguran que les entró un auténtico ataque de pánico cuando pasados unos minutos, Mick Jagger no aparecía. Sin embargo, y cuando estaba a punto de darles un infarto, emergió del agua y les gritó: “¡Hey! ¡El agua está magnífica!”. 

 Poco después le condujeron al hotel, donde tras darse una ducha y cambiarse, llegó al Monte do Gozo, para dar un concierto realmente sensacional, de los mejores que quien suscribe estas líneas, les ha visto nunca en el estado español. “Jumpin´Jack Flash”, “You Got Me Rockin´”, “Respectable”, “Gimmie Shelter”, “Honky Tonk Women”... ¿qué más se puede decir?

Además, y esto siempre me gusta recalcarlo y recordarlo, con la presencia de Los Suaves, el grupo de rock ourensano por definición, que esa tarde-noche telonearon a los Rolling Stones y que de esa manera, indudablemente pusieron su nombre en la historia. 

Historias, vivencias, emociones, música... los Stones, siempre los Stones. Y también en Galicia, por supuesto.

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