El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, erigió el Xacobeo 'en la gran obra de la Galicia moderna', con la bandera de la 'fértil colaboración' de los ámbitos civil y eclesiástico en la comunidad, 'encarnada' por el Cabildo de la Catedral de Santiago y el ex conselleiro y ex senador del PP Víctor Manuel Vázquez Portomeñe, receptores de las medallas de Galicia de este año. 'Del mismo modo que la Catedral fue un monumento del entendimiento de los gallegos, el Xacobeo supone un revulsivo para toda nuestra sociedad, que se une para propiciar un triunfo indiscutible', proclamó Feijóo, tras hacer entrega de la máxima c
'Del mismo modo que la Catedral fue un monumento del entendimiento de los gallegos, el Xacobeo supone un revulsivo para toda nuestra sociedad, que se une para propiciar un triunfo indiscutible', proclamó Feijóo, tras hacer entrega de la máxima condecoración que otorga el Gobierno gallego a los dos galardonados, por la labor desempeñada a favor del Año Santo y del Xacobeo.
Con especial atención 'a la colaboración' entre civiles y eclesiásticos, enfatizó que el Cabildo y Vázquez Portomeñe 'encarnan' el espíritu de esa Galicia 'que agrupa, que acuerda, que armoniza y fusiona voluntades'. Ambos, insistió, 'demuestran lo que se puede hacer juntos'. 'Las nuevas instituciones nacidas de la Constitución y del Estatuto unen su iniciativa a una Iglesia que articula nuestro país y acompaña la andadura histórica de nuestra gente desde tiempos bien remotos', sentenció. Es entonces, continuó Feijóo, cuando la sociedad ve 'ese ejemplo' de colaboración y reacciona 'con un entusiasmo' que hace posible que Galicia entera participe 'de la gran empresa jacobea'. 'Iglesia, autonomía y pueblo levantan un nuevo monumento hecho con la misma materia prima que nuestra catedral: la unidad', resaltó.
Antes de la intervención de Núñez Feijóo, los artífices del 'doble éxito' que -en palabras del propio presidente- supuso el Xacobeo recogieron sus distinciones: el deán del Cabildo de la Catedral compostelana, José María Díaz Fernández, y Víctor Manuel Vázquez Portomeñe. El primero empezó su discurso disculpándose por no hablar un 'gallego culto' sino el que aprendió en su Mondoñedo natal. 'El que me hablaron y el que habló Álvaro Cunqueiro', recordó, antes de agradecer su gesto al Consello de la Xunta y de señalar que la medalla, en este caso, 'no colgará del cuello del deán' sino que se permanecerá en la sala capitular del Cabildo para quienes la visiten.
'hombre agradecido'
En su intervención, Díaz Fernández también tuvo palabras para la Iglesia Católica, convencido de que debe 'mirar para atrás' no para 'extasiarse', sino para 'encararse de un modo certero al futuro'. Para despedirse, el deán recurrió a un símil con el 'incienso, mira y oro' de los Reyes Magos y la medalla recibida. 'Que el oro que se da con tanto amor, aumente el amor de nuestros corazones', concluyó.
Por su parte, Vázquez Portomeñe rechazó la falsa humildad o la soberbia en una circunstancia 'emotiva, solemne e irrepetible' como la de ayer y optó por la actitud de Virgilio, quien dijo que 'mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe perdurar la memoria del premio recibido en la memoria del hombre agradecido'.
Con especial atención 'a la colaboración' entre civiles y eclesiásticos, enfatizó que el Cabildo y Vázquez Portomeñe 'encarnan' el espíritu de esa Galicia 'que agrupa, que acuerda, que armoniza y fusiona voluntades'. Ambos, insistió, 'demuestran lo que se puede hacer juntos'. 'Las nuevas instituciones nacidas de la Constitución y del Estatuto unen su iniciativa a una Iglesia que articula nuestro país y acompaña la andadura histórica de nuestra gente desde tiempos bien remotos', sentenció. Es entonces, continuó Feijóo, cuando la sociedad ve 'ese ejemplo' de colaboración y reacciona 'con un entusiasmo' que hace posible que Galicia entera participe 'de la gran empresa jacobea'. 'Iglesia, autonomía y pueblo levantan un nuevo monumento hecho con la misma materia prima que nuestra catedral: la unidad', resaltó.
Antes de la intervención de Núñez Feijóo, los artífices del 'doble éxito' que -en palabras del propio presidente- supuso el Xacobeo recogieron sus distinciones: el deán del Cabildo de la Catedral compostelana, José María Díaz Fernández, y Víctor Manuel Vázquez Portomeñe. El primero empezó su discurso disculpándose por no hablar un 'gallego culto' sino el que aprendió en su Mondoñedo natal. 'El que me hablaron y el que habló Álvaro Cunqueiro', recordó, antes de agradecer su gesto al Consello de la Xunta y de señalar que la medalla, en este caso, 'no colgará del cuello del deán' sino que se permanecerá en la sala capitular del Cabildo para quienes la visiten.
'hombre agradecido'
En su intervención, Díaz Fernández también tuvo palabras para la Iglesia Católica, convencido de que debe 'mirar para atrás' no para 'extasiarse', sino para 'encararse de un modo certero al futuro'. Para despedirse, el deán recurrió a un símil con el 'incienso, mira y oro' de los Reyes Magos y la medalla recibida. 'Que el oro que se da con tanto amor, aumente el amor de nuestros corazones', concluyó.
Por su parte, Vázquez Portomeñe rechazó la falsa humildad o la soberbia en una circunstancia 'emotiva, solemne e irrepetible' como la de ayer y optó por la actitud de Virgilio, quien dijo que 'mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe perdurar la memoria del premio recibido en la memoria del hombre agradecido'.
