GALICIA

Historia en Vigo: una joven sin techo salva la vida a un viandante con convulsiones

Darío y Estefanía, en el garaje junto a Gran Vía que han reconvertido en su hogar.
photo_camera Darío y Estefanía, en el garaje junto a Gran Vía que han reconvertido en su hogar.

Estefanía, estudiante de 25 años, que estaba pidiendo en la avenida de Camelias,  colocó al hombre tumbado de lado para que pudiera respirar y estuvo con él hasta que llegó la ambulancia

Como todas las mañanas, ayer Estefanía estaba sentanda en la avenida de Camelias, acompañada por su perrita y un libro, junto a un cartel donde explica que es estudiante y pide ayuda para sobrevivir. A pesar de tener una lesión en una rodilla por una caída y tener que apoyarse en unas muletas, esta joven de 25 años no dudó ni un instante en levantarse y socorrer a un viandante que, a pocos metros de ella, comenzaba a convulsionar.

“Primero parecía que se estaba mareando y después comenzó a ponerse morado y a echar espuma por la boca”, relata. Varios trabajadores de los establecimientos cercanos y otras personas que pasaban por allí también se acercaron a ayudar. “Hice un curso de primeros auxilios, así que sabía lo que tenía que hacer”, explica Estefanía quien tumbó al hombre con la cabeza en un bolso que él llevaba y le puso de lado para evitar su asfixia, mientras se daba aviso a la ambulancia.

“Creíamos que se ahogaba, se empezó a poner morado”, relataba otra de las personas que se encontraba junto al afectado.

Tras llegar los sanitarios, le pusieron en pie y se lo llevaron en ambulancia. Al parecer el hombre sufre de una especie de epilepsia alcohólica y aunque los ataques no tienen por qué ser graves, podría haberse golpeado la cabeza o incluso llegarse a asfixiarse.

Estefanía estuvo con el enfermo hasta que subió a la ambulancia, mientras otra mujer cuidaba de su perrita. “Hice lo que tenía que hacer, no se si le salvé la vida pero había que ayudarle”, afirma.

A sus 25 años, esta joven viguesa trata de sobrevivir como puede sin dejar de lado su objetivo: “Presentarme para Policía Nacional, y para ello tengo que acabar el Bachillerato”. Estudia  primer curso en un instituto para adultos y gracias a los que consigue pidiendo pudo adquirir los libros, “aprobé todas   y ahora estoy de vacaciones”, afirma. Su vida no ha sido fácil y pese a su juventud ha sufrido mucho. “Vivo con mi marido en un garaje porque no tenemos ningún ingreso y nos vemos obligados a pedir. Estamos a la espera de la Risga”, afirma Estefanía que, pese a todo no pierde la sonrisa.

Casada con un chef en paro y viviendo de okupas en un garaje

Hace un año que Estefanía se casó con Darío, un chef polaco  de 49 años, que lleva veinte trabajando por todo el territorio nacional. Según cuenta, “tengo un certificado de cocinero internacional firmado por Chicote y he sido chef en restaurantes de Madrid, Ibiza, Tenerife...”. Como millones de personas, él fue víctima de la crisis económica, que le dejó sin empleo y en la calle. Asegura, que no le queda más remedio que pedir ayuda, “yo solicito un trabajo, porque el dinero no es la solución”.

A Estefanía la conoció cuando ella estaba con otra pareja, “una persona que me me hizo mucho daño”, asegura la joven.

Desde entonces, viven como okupas en un garaje  cerca de Gran Vía que han limpiado y adecentado mientras esperan una oportunidad para poder salir adelante. “El cheque de alimentos se nos terminó y fuimos a ver al alcalde que enseguida nos puso en contacto con los servicios sociales,  y estamos a la espera de que nos concedan la Risga, porque sobrevivimos con una media de entre cinco y diez euros al mes que conseguimos en la calle” explica Estefanía. En su caso, sus padres se separaron y no tiene relación con su padre, mientras su madre apenas tiene recursos para mantenerse ella. Asegura que “vamos a los comedores sociales y a Cáritas pero el problema es que la comida que reparten hay que cocinarla y no tenemos dónde hacerlo”. Las navidades son difíciles, reconocen. “En Nochebuena pudimos comer una hamburguesa”.

No obstante, Darío es un manitas y con unos ladrillos y alcohol  consigue cocinar y lo hace, dice, su mujer, “muy bien”. “Todo lo que la gente tira lo cogemos y yo lo arreglo, así tenemos un microondas, una televisión y una cafetera. El otro días nos encontramos un calefactor viejo”, explica Darío quien asegura que “no somos personas violentas, ni drogadictas, ni bebemos, sólo queremos salir adelante y aquí en la zona nos conocen y nadie nos echa porque no damos problemas”.

Estefanía encuentra en Darío su mejor apoyo para seguir estudiando. “Me encanta leer y he hecho muchas cosas, como un curso de fotografía, boxeo...”, dice la joven. “Nuestro sueño es conseguir un trabajo  y poder alquilar una vivienda”, añade su marido.

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