A un metro

Radiografía del físico del Clínico

Pablo Aguiar en el Clínico. (Foto: Suso Arjomil)
photo_camera Pablo Aguiar en el Clínico. (Foto: Suso Arjomil)

El físico ourensano Pablo Aguiar participa desde el CHUS compostelano en el proyecto europeo NeuroAtlantic para innovar en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el alzhéimer o el ictus

"El lector no tiene memoria", se comenta en las redacciones de los periódicos cuando una información no está bien contextualizada. La serie 'A un metro' fue alumbrada por la sugerencia del director de La Región de escribir un diario del confinamiento, pero como ya estaban muchos colegas en faena con mano envidiable, por cierto, aceptó la idea de salir a la calle y elaborar reportajes con el personal que continúa en el tajo para que el resto aporte a la lucha contra la pandemia provocada por el coronavirus COVID-19 quedándose en casa.

Como también hay compañeros jugándose el pellejo en la entrada de los hospitales para conseguir testimonios estremecedores, el enfoque está resultando dinámico o cambiante, como dice el Gobierno del bicho, con la intención de resultar original.

A veces encontrar la hebra no resulta sencillo. El punto de vista que considerabas brillante aparece en tu propio periódico, los compañeros son muy buenos, o en un barrido por los programas de televisión matutinos. A primera hora se iluminó la bombilla al recordar que en octubre del año pasado había entrevistado a un físico ourensano que desarrolla un proyecto europeo de investigación sobre enfermedades neurodegenerativas en el CHUS compostelano, el Clínico para no perderse. "Pues hoy me pillas aquí, pero tendrás que cambiarle el nombre a la sección porque lo recomendable son dos metros", responde al mensaje Pablo Aguiar.

Vayamos primero con el contexto y la presentación del protagonista bajo la licencia de que el periodista se plagie a sí mismo. A un físico que termina la carrera con el mejor expediente de su promoción se le presupone un futuro investigando el bosón de Higgs en el CERN de Ginebra, pero el ourensano Pablo Aguiar Fernández (Maceda, 1978) prefirió dedicarse a la imagen molecular con aplicación médica. Después de trabajar en el Hospital Clinic de Barcelona, Londres y Valencia, aceptó hace una década la propuesta del doctor Álvaro Ruibal para continuar sus investigaciones en el laboratorio del Servizo de Medicina Nuclear del CHUS compostelano.

Con plaza de investigador Ramón y Cajal, Pablo Aguiar coordina con Tomás Sobrino desde el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago, dirigido por José Castillo, el proyecto europeo NeuroAtlantic para innovar en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el alzhéimer o el ictus. Queda dicho para evitar la acusación de jeta en caso de que la memoria del lector sea prodigiosa. 

Pablo Aguiar sale a recibir al periodista en la zona donde se encuentran las urgencias y el laboratorio. El movimiento a la una de la tarde es sorprendentemente escaso. Incluso se puede aparcar sin tener que pasar por caja o acudir al 'leira-parking' de los aledaños.

Lleva un mes teletrabajando mientras cuida a sus dos hijos de tres y seis años, aunque acude una o dos veces a la semana al Clínico para alimentar a los animales con los que experimentan. Son diez personas en el equipo e intentan no coincidir más de dos a la vez. El laboratorio ahora está destinado a líneas de investigación dedicadas exclusivamente al coronavirus. Confiesa no tener miedo. "Nosotros estamos en el servicio de radiología y no nos vienen pacientes con coronavirus directamente".

La sensación de los médicos

"Mi mujer es médico en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y en la familia es ella la fuente mayor de un posible contagio", añade con una mueca de sorna. Aguiar se ha convertido en una buena tribuna para describir las sensaciones de los médicos: "Pasa algo muy curioso; para los ucistas, los médicos de urgencias o los internistas, que son los que están en primera línea, les vino todo tan de golpe que casi no han tenido tiempo de pensarlo. Para ellos tratar un coronavirus es como enfrentarse a una neumonía muy complicada porque están acostumbrados. El problema es para el resto de especialistas porque no estaban preparados ni a nivel mental ni tenían formación para ponerse en primera línea. El Sergas les ha dado cursos, pero un dermatólogo que lleve 15 años con la especialidad sabe tanto de tratar una neumonía como yo, que soy físico".

La ciencia ha cobrado el protagonismo que merecía. "De forma aguda sí. Si haces una encuesta hoy, todo el mundo dirá que tenemos que desarrollar líneas de investigación y no esperar a que venga una vacuna de otra parte, pero cuando pase estarán más preocupados por ir a la playa y otras historias". Un mundo sin memoria.

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