Hay cosas difíciles de entender cuando se llega a la pescadería. ¿Cómo es posible que el bonito con sello del puerto de Burela que asegura que ha sido pescado de manera artesanal y sostenible sea más barato que un salmón de granja alimentado con pienso y antibióticos? Más barato y también más sostenible. Porque el bonito se captura cerca de la costa y se descarga en los puertos gallegos, asturianos, cántabros y vascos, mientras que el salmón es engordado en granjas marinas de Noruega y hay que traerlo desde allá en camión. Ambos son pescados azules, aunque el segundo tenga un color rosa falsificado, puesto que solo el salmón salvaje lo coge cuando se alimenta de krill y otros crustáceos y en las plantas de cultivo se logra añadiéndoles astaxantina al pienso. En fin, que estamos en plena temporada de los pescados azules naturales.
Ambos son pescados azules, aunque el segundo tenga un color rosa falsificado
