El dulce monárquico llegó tras la revolución

Podría parecer que el Roscón de Reyes lleva entre nosotros toda la vida. Y sí, toda nuestra vida y la de nuestros padres y casi de nuestros abuelos. Pero es un dulce nacido en Francia con el nombre de “gâteau des rois”. Llegó a haber peléas entre pasteleros y panaderos para hacerse con el monopolio de su elaboración. Con la revolución de 1789 el dulce cayó en desgracia pero no perdió su tradición. A España llegó en el XIX y fue La Mallorquina de Madrid la primera confitería que lo elaboró. (Todavía sigue haciéndolo), aunque la que más fama logró fue Las Colonias de Carlos Prast, el mismo que sirvió el lunch con el que se celebró la llegada de la primera locomotora a Ourense. Prast, en vez de la habichuela, introducía en algunos roscones monedas de cinco pesetas de plata y vendía miles. En Portugal es el “bolo rei” con sus frutas confitadas, como el nuestro.

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