HISTORIA

Papa Noel se llamaba Nicolás y llegó desde España

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photo_camera Imagen de San Nicolás.

El periplo del personaje, que fue una persona real, se inicia en el siglo IV en la actual Turquía, pasa por la Italia del Medievo, llega a Holanda y desde ahí a América, para regresar a Europa. Una aventura que nada tiene que ver con trineos, nieve y la lejana Escandinavia…

Nicolás era un sacerdote del siglo IV que profesaba en Asia Menor, entonces provincia romana y hoy Turquía. Por su bondad, fue ascendido a obispo, ya siendo emperador Constantino, el primero cristiano, lo que supuso un cambio radical para una religión que entonces estaba perseguida y vivía en la clandestinidad. Nicolás murió en Myra, hoy Turquía, en lo que se llama “olor de santidad” y en poco tiempo fue canonizado, convirtiéndose en patrón de ciudades, pueblos y naciones. Su fama se expandió por el Viejo Continente, la de un obispo empeñado en conseguir la educación de los menores, a los que protegía. Por eso pronto fue unido con la celebración de las fiestas: el 6 de diciembre en concreto. Ya en la Edad Media, sus reliquias fueron trasladadas a Bari, en Italia, ante la amenaza del Islam, donde hoy se veneran. De ahí que en Europa se le llame San Nicolás de Bari. 

Entre los más devotos de San Nicolás estaban los holandeses, quien le llamaba en su lengua Sintert Klaas, e identificaban, y todavía lo hacen hoy, como un hombre mayor, de larga barba, vestido de obispo de rojo y blanco, acompañado de una mitra, aunque añade algunos elementos paganos propios de Odín, como un caballo. A su lado, un paje le ayuda a llevar los regalos. ¿Y desde dónde llega a Holanda el bueno de Klaas? De España, lo que se explica porque para los neerlandeses todo lo bueno y lo malo tiene el sello de la península ibérica y, sobre todo, por la dominación hispana de los Países Bajos.

Los holandeses emigraron a América y se llevaron al bueno de Sinter Klaas a la colonia de Nueva Amsterdam, que poco después de convertiría en Nueva York. Los ingleses no sólo se quedaron con la ciudad sino que también heredaron al personaje navideño, aunque le cambiaron el nombre, que pronunciaban mal en holandés, por “Santaclaus” o “Santa” a secas. En el siglo XIX era ya un símbolo de las fiestas americanas, aunque su origen auténtico estaba cada vez más lejano en el tiempo, difuminándose su origen episcopal. Hasta que llegó la Coca-Cola y decidió adoptar a Nicolás dándole sus colores y sus actuales características, trasladando su fábrica de sueños al Ártico, con una parafernalia completa de renos y duendes, cada vez más lejos del santo de Bari. 

Ya en el siglo XX, con la conversión de Estados Unidos en la primera potencia mundial la cultura americana comenzó a expandirse más allá de sus fronteras en todos los niveles, y también en su forma de celebrar las Navidades, y así cruzó de nuevo el Atlántico San Nicolás ya reconvertido en Santaclaus. Los franceses le llamaron “Papa Noel”, es decir Papá Navidad, como también harían portugueses e italianos, y así fue importado a España, de donde había salido unos siglos antes. Pese a todo, en Holanda todavía hoy sigue siendo el San Nicolás de toda la vida y saliendo en barco cada año desde España para llegar a los niños de los Países Bajos. 

Lo ocurrido se parece en parte a la fiesta celta del Samaín o Halloween, que exportaron los irlandeses a América, y ha sido reimportada con otra fórmula, más cercana a un carnaval de otoño que a su sentido original, aunque esa es otra historia…
 

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