El ingeniero, escritor y gastrónomo madrileño Ángel Muro define bodegón como “Sitio o tienda donde se guisa y se da de comer viandas ordinarias. Generalmente, una taberna de mala muerte”. Si el pobre, que murió en Bouzas de un cólico miserere en agosto de 1897, hubiese conocido la misma villa hoy día, seguro que habría cambiado dicha definición en su magnífico “Diccionario de cocina”. Porque habría podido gozar, como buen gourmet que era, de la cocina nada ordinaria de Tragad’eira cuyo local estaba ocupado por una escuela en los tiempos en los que él frecuentaba ese pequeño burgo marinero. Productos de primerísima calidad y uno de los pocos lugares del mundo en los que es posible comer zamburiñas de verdad, cuando es su corta temporada, y fresquísimas volandeiras, como las que se ven en la fotografía. Unas y otras forman parte de su apartado de tapas de concha, que también incluyen navajas, vieiras, almejas y unos croques, que es como se llama en Bouzas a los beberechos, de proporciones épicas.
También hay empanada del día, y pescados menudos fritos, por reseñar algunas de sus especialidades. Se puede disfrutar de una cocina trabajada a conciencia con producto de primera y al mismo tiempo de una amplísima variedad de vinos, gallegos, del resto de España y de algunas denominaciones históricas internacionales.
