Monovarietales, polivarietales, blancos, tintos, rosados... incluso un vino dulce. Galicia cuenta con cinco indicaciones geográficas protegidas de vinos de la tierra. En algunos casos se trata de zonas con una larga historia en la elaboración de vinos y en otras, la razón de que esos viñedos no se encuentren amparados por una denominación de origen tiene más que ver con razones políticas que geográficas e históricas, como sucede con Terras Mancas en Val do Miño, tan en la frontera del Ribeiro que parte de sus cepas se encuentran dentro de esa DO. O el monasterio de Poio, el único de Galicia (y problablemente de España) que tiene bodega en explotación comercial. Sanxenxo, al lado, es Rías Baixas y Poio, con más historia vinícola, se quedó fuera. Otro tanto se puede decir de Areeiros en Vilaboa o Reboraina, en Redondela, que lindan con Soutomaior, una de las cinco subzonas de Rías Baixas.
Albariño, Blanco Lexítimo, Godello, Caíño tinto elaborado en rosado... incluso un vino dulce, fruto de la pasificación de la uva Albarín o Blanco lexítimo, que Bodegas Rilo elabora en Bergondo, IGP Betanzos, pero fuera del control de su consejo regulador porque dicha elaboración no está tipificada. Conforman una viticultura arriesgada, porque al estar fuera del amparo de las DO que captan la mayor parte de la atención de los consumidores, no tienen la misma salida que sus vinos. Pero empiezan a defender sus marcas y su trabajo presentando sus vinos a los concursos nacionales e internacionales y el resultado ya se ha traducido en varias medallas de oro en grandes competiciones y en un interés suscitado por parte de los importadores.
