OPINIóN

Los WRC de 2017, la FIA, la Superlicencia y la casa por el tejado

Foto: Rallye06Extreme
photo_camera Marcus Gronholm, durante una sesión de test con el nuevo Polo WRC 17 .Foto: Rallye06Extreme

Limitar la presencia de pilotos de pago, una superlicencia 'blanda' y los nuevos coches, abren un panorama incierto en el WRC

Desde hace varios días, más todavía desde las declaraciones del Presidente de la Comisión del Mundial de Rallyes, Jarmo Mahonen, no salgo de mi asombro, estupor y en cierta medida vergüenza ajena. La FIA considera que para competir con los nuevos WRC en versión 2017 será necesario ser piloto de una marca 'oficial' y pasar una serie de controles en cuanto a experiencia y méritos deportivos.

Es decir, que al Mundial de Rallys han dejado de interesarle los 'gentleman drivers' aunque con matices ("No queremos que un piloto con un millon de euros pueda correr con un coche de 2017"). No les interesan los Warmbold, D´or o más recientemente Bertelli (en su primera etapa)o Prokop pero sí en el caso de que estén dentro de una estructura oficial, como sucede ahora mismo con Al-Qassimi o el propio Bertelli durante esta temporada. Los que sustentaron muchas pruebas en momentos bajos del campeonato del Mundo, en los que dos o tres marcas se repartían el bacalao (ahora nos parece lejana la época del dominio Lancia y Toyota a finales de los ochenta y principios de los noventa) ahora ya no valen, son de segunda división. Un incordio y dan mala imagen, vamos.

"No queremos correr riesgos" añaden. Sin embargo se permiten aberraciones otros aspectos. Se limitan reconocimientos, neumáticos o evoluciones pero lo importante es la experiencia en coches de máximo nivel.

Obviamente, la seguridad es importante, pero me imagino la cara de los chicos que compiten este año en la Dmack viendo que su deseo de competir en un WRC en la prueba de su casa o con un mini programa que llame la atención de una estructura oficial se desvanece. Tampoco sé lo que opinarán equipos como M-Sport o PH-Sport, que viven del mantenimiento de muchas de estas unidades, no solo en campeonatos nacionales sino también en el Mundial.

En momentos como este, en el que la ficción parece superar a la realidad, me pregunto cómo harán los equipos oficiales para captar a nuevos talentos, si en los escalones inferiores como el WRC3 domina un hombre de 61 años, Michel Fabre, (¿A él si le dejarían competir en 2017 con un WRC de nueva generación?) o en el WRC2, una categoría en la que de los cinco primeros clasificados solo dos tienen menos de 25 años (Ptaszek y Suninen). Como siempre, hacer la casa por el tejado perjudica al de abajo, al que quiere salir, ya sea con el apoyo de patrocinadores el dinero propio (el motor es así de cruel) o con su propio talento.

¿Dónde están los límites para que un piloto pueda entrar en un primer equipo con 20 años?¿Es realmente este el futuro del WRC? La instauración de una falsa 'superlicencia' solo perjudica a un deporte que pierde emoción en cada giro de volante de una FIA desnortada y sin capacidad de reacción antes sus propios cambios.

Los nuevos coches podrían ser un revulsivo en tierra (no tanto en asfalto, donde Marcus Gronholm ya afirmó que eran como coches de DTM) pero sin nuevos valores será complicado seguir.

Volver a ver a los Solberg, Loeb o Makinen sobre un Wrc no es la solución. Falla el método de promoción de talentos desde la base (sin entrar en detalles de campeonatos regionales y nacionales) y 2017 puede ser la constatación de un nuevo fiasco en la organización del WRC. El Mundial necesita aire fresco y en la Federación Internacional de Automovilismo huele a cerrado.

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