Decenas de temporeros esperan hacinados en caravanas, coches y tiendas de campaña a que alguien los llame para vendimiar. Establecen su campamento cerca de los pueblos y carecen de agua, luz y baños.

La vendimia aprieta el cinto

El asentamiento de la Alameda de Albarellos. Los árboles son aprovechados para secar la ropa. (Foto: A.R.)
Sin baños, sin agua para lavarse, energía eléctrica e incluso sin un contenedor para depositar residuos y un tendedero para secar la ropa.
En estas duras condiciones, porque además el calor aprieta, residen estos días decenas de personas que llegaron a la comarca de Monterrei atraídos por la vendimia. La mayoría de ellos ya son conocedores de la zona, dado que vienen todas las campañas, pero este año, quizás debido a la crisis, hay más, muchos de ellos nuevos. Es el caso de Carlos Teixeira, que hasta hace unos meses trabajaba en la construcción, 'pero quedé sin trabajo. Ya intenté encontrar otro, pero no me sale. Vine a la vendimia para llevar algún dinero a casa', explica.

Se conocen como temporeros y pasan la vendimia hacinados en caravanas, furgones, tiendas de campaña e incluso alguno a la intemperie, durmiendo entre cartones. A lo largo de la comarca se pueden observar varios asentamientos, el más grande en la Alameda de Albarellos (Monterrei), donde estos trabajadores habitan sin ningún servicio básico y esperan a que aparezca un viticultor que los contrate, bien por un día o varios.

La mayoría se muestra receloso a hablar abiertamente de las condiciones de vida y del trabajo y mucho más a identificarse, pero reconocen que en otras zonas vinícolas disponen incluso de duchas. 'Todos los años nos desplazamos a vendimiar a Logroño y allí nos ofrecen todos los servicios. Tenemos lugares para lavar la ropa, cambiarnos y ducharnos al final de la jornada', explica una mujer desde su caravana en el asentamiento de Albarellos. 'Aquí sólo tenemos una conexión de agua', añade.

Durante la mañana del miércoles, por el asentamiento no apareció ningún viticultor a ofrecerles trabajo, pero los temporeros esperan con la certeza de que alguien vendrá, 'porque necesitan de nuestras manos. Ya no hay mucha gente que quiera vendimiar', explica el más anciano del poblado.

Muchos de ellos residen habitualmente en el norte de Portugal y otros en Pontevedra y Ourense. Los que son de cerca de la comarca de Monterrei incluso vienen con niños en edad escolar, viéndose obligados a tener que llevarlos y recogerlos del colegio.

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