Hungría levanta un dique para evitar otro vertido

Un vertido bajo control en vez de una riada descontrolada: esa es la estrategia con la que las autoridades húngaras tratan de evitar que una nueva fuga de lodos tóxicos tenga los mismos efectos catastróficos que la que el lunes acabó con la vida de siete personas. Después de varias jornadas de incertidumbre, el Gobierno húngaro comenzó ayer a plantear claramente la situación en torno a la balsa de acumulación de residuos tóxicos de Ajka, tras dar prácticamente por seguro que los muros se desplomarán.
'Lo que esperamos, de acuerdo con las estimaciones de los expertos, es que esos muros dañados van a desmoronarse', indicó a la prensa Zoltán Illés, secretario de Estado de Medio Ambiente. Illés dijo que no es posible saber cuándo va a producirse ese desplome de los muros norte y oeste, en los que ya hay una fisura de 15 metros de ancho y numerosas grietas menores. 'Meses o semanas', dijo Illés a los medios que lo acompañaron a inspeccionar la balsa dañada. Antes de eso, hoy mismo, se espera que esté concluido el dique de contención que se está levantando a marchas forzadas.

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