Netanyahu reclamó al líder palestino, Mahmud Abás, el reinicio de las negociaciones bilaterales

Israel y Obama reactivan el plan de paz en Oriente Medio

Netanyahu, el pasado martes, en la ceremonia oficial de inicio de la legislatura. (Foto: JIM HOLLANDER)
La reanudación del estancado proceso de paz en Oriente Medio depende en gran medida del gobierno que forme el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y de la determinación que demuestre Barack Obama, despojado ya de lastres electorales y que en marzo visitará la zona por primera vez como presidente de EEUU. Paralizado desde septiembre de 2010, Netanyahu aprovechó el encargo de formar gobierno que le hizo el presidente, Simón Peres, para pedir nuevamente al líder palestino, Mahmud Abás, el reinicio de las negociaciones, una propuesta que no ha caído en oídos sordos en Washington.
Obama, que en sus primeros cuatro años de gobierno se abstuvo de visitar Israel por los constantes rifirrafes y desavenencias ideológicas con el primer ministro israelí, parece haberse convencido de que se ha abierto una brecha por la que retomar la senda de la paz. 'Ningún presidente entraría en esta foto sin tener alguna garantía', aseguró el veterano comentarista Eitan Haber, del diario Yediot Aharonot, que también advirtió a Netanyahu de no volver a 'estropear' la instantánea.


ASENTAMIENTOS JUDÍOS

Una perspectiva que por ahora no comparten los palestinos, para los que el proceso sigue pendiente del cese de la construcción en los asentamientos. 'No estamos en contra de negociaciones, pero necesitamos que sean reales y no una cortina de humo para que Israel continúe la colonización', dijo el portavoz de la OLP, Xavier Abu Eid.

No se trata -agrega- de una 'condición', sino del cumplimiento de una 'obligación' a la que Israel se comprometió en la Hoja de Ruta de 2003 y en la que hasta 2009 los palestinos no insistieron por 'error táctico' y porque 'con (el anterior primer ministro israelí Ehud) Olmert se negociaba sobre todos los asuntos'.

Para Netanyahu es un obstáculo casi insuperable por la oposición que despierta dentro de su partido Likud, su socio Israel Beitenu -con el que acudió a las urnas- y Habayit Hayehudí, uno de sus aliados naturales en el Parlamento. En plenas negociaciones para formar gobierno, el primer ministro israelí tiene a su disposición una amplia gama de coaliciones por lo que la paz depende de cuál de ellas gobierne.

Una de partidos nacionalistas y ultraortodoxos, como la de los últimos cuatro años, sucumbirá a una excesiva dependencia en formaciones como Habayit Hayehudí, que ni siquiera reconoce la solución de dos estados.

Para abrir una ventana, si es que el primer ministro realmente lo desea, se requiere un gobierno amplio con un número suficiente de apoyos en los partidos de centro -Yesh Atid, Hatenuá, Kadima y Laborista- que contrarreste cualquier amenaza de deserción de la derecha. Sólo entonces, Netanyahu, que aspirará igualmente a verse arropado por sus aliados naturales -más que nada para eludir un dependencia excesiva en los partidos de centro-, podrá conceder libertad de voto a los diputados nacionalistas en caso de proponer una iniciativa seria de paz. Otra alternativa podría ser que los palestinos hagan la vista gorda en cuanto a la construcción en las colonias.

Te puede interesar