Decenas de miles de yemeníes han salido este martes a las calles de su país para dedicar un nuevo 'Día de la Ira' a las 24 personas que han muerto en las manifestaciones para reclamar el fin del régimen encabezado por el presidente Alí Abdulá Salé.
La mayoría de estas muertes que se han producido desde el pasado enero se han concentrado en la ciudad costera de Adén, donde manifestantes y policías se han enfrentado en numerosas ocasiones. Muchos se quejan de que las fuerzas de seguridad han reaccionado con una mayor violencia a las protestas del sur del país, que en el pasado fue un Estado independiente.
'Adén, te apoyamos con nuestra sangre y nuestra alma', han coreado las personas que se han echado a la calle en Saná, la capital. En las imágenes difundidas por la cadena de televisión qatarí Al Yazira se podía ver a manifestantes haciendo el signo de la victoria con la mano, mientras que otros llevaban cintas blancas en la cabeza en las que habían escrito en rojo 'Márchate'.
También en Saná, un líder opositor llamado Hassan Zaid, ha dicho ante los manifestantes que 'la victoria está llegando y está cerca'. 'Tenemos un objetivo y una demanda, que es el final rápido de este régimen', ha añadido.
Un importante líder religioso de la ciudad de Taiz, situada unos 200 kilómetros al sur de la capital, ha anunciado que se va a unir a las cerca de 10.000 personas que llevan varias semanas acampadas en una céntrica plaza de la ciudad.
En las protestas de los últimos días, la gente ha gritado 'No al diálogo, la única opción es que te marches'. Salé no ha logrado acabar con las manifestaciones antigubernamentales que comenzaron hace dos meses en Yemen, donde la mitad de la población tiene armas de fuego, el 40 por ciento vive con 2 dólares al día o menos y una tercera parte sufre hambre crónica.
La población también está descontenta por la corrupción generalizada que existe mientras los jóvenes con carreras universitarias luchan por conseguir un empleo pese a no tener los contactos necesarios. Por otro lado, el Gobierno lucha en el norte contra los rebeldes chiíes y en el sur contra los separatistas, que exigen una mayor participación en la vida política.
El presidente ha estado reuniéndose con líderes militares tribales y regionales para conseguir apoyo, pero, a causa de la escasez de petróleo y de agua, su Gobierno no dispone de dinero suficiente para pagar a sus aliados con el fin de mantener la paz.
Salé propuso este lunes iniciar un proceso de diálogo para formar un gobierno de unidad, pero la oposición rechazó la oferta rápidamente y dejó claro que, al igual que los manifestantes, considera que el presidente debe dimitir.
Durante una reunión que mantuvo este lunes con líderes religiosos, Salé advirtió de que quienes han organizado las protestas están dividiendo al país. 'No serían capaces de gobernar ni siquiera durante una semana', y 'Yemen sería dividido (...) en cuatro partes por quienes están aprovechando la ola de estupidez', predijo.
