La dimisión de todo el Ejecutivo tras días de movilizaciones lleva al país a una grave crisis política

Las protestas acaban con el Gobierno populista búlgaro

Miles de personas volvieron a manifestarse ayer en Sofía, pese a la dimisión en bloque del Gobierno. (Foto: VASSIL DONEV)
La crisis económica y financiera en Europa se cobró ayer una nueva víctima política con la dimisión en Bulgaria del Gobierno liderado por el populista Boiko Borisov, tras días de protestas ciudadanas en contra de los elevados precios energéticos.
Se trata de una renuncia que el propio Borisov había descartado 24 horas antes y que al final se formalizará hoy, con una moción de censura en el Parlamento, donde el gobernante partido GERB dispone de 117 de los 240 escaños. Borisov no dio la cara ayer ante la prensa pero justificó en una carta abierta su dimisión por no poder participar 'en un Gobierno en el que la policía pelea con la población'. En su intervención por la mañana ante el Parlamento, Borisov dejaba claro que su partido no participará en un Gobierno de transición. 'El poder nunca ha sido mi objetivo y no ganaré nada si la gente nos odia', subrayó tras anunciar la dimisión.


EN LA CALLE

El presidente, Rosen Plevneliev, debe encargar la formación del gobierno hasta tres veces, comenzando por el partido de mayor presencia parlamentaria, luego el segundo (socialistas), y finalmente a cualquier otra formación. Tras el previsible fracaso de estos intentos, el presidente disolverá la Cámara, convocará elecciones y designará un Ejecutivo interino que prepararía los comicios que podrían celebrarse a fines de abril.

A pesar del anuncio de dimisión de Borisov, las protestas callejeras no cesaban ayer, con varios miles de manifestantes en la capital Sofía y en Varna, la segunda ciudad del país. Las protestas, que originalmente se organizaron en contra de los altos precios de la electricidad y los monopolios, se dirigen ahora también en contra de toda la clase política. El domingo pasado esas protestas callejeras alcanzaron su punto culminante con la participación de cerca de 100.000 personas en 35 ciudades.

Boiko Borisov había intentado calmar el malestar de la calle cesando el pasado lunes al ministro de Hacienda, Simeon Djankov, y anunciando una serie de medidas, como la reducción en un ocho por ciento las tarifas eléctricas y la imposición de multas a las tres distribuidoras eléctricas extranjeras que operan en el país, CEZ, Energo-Pro y EVN. Los precios de la electricidad son especialmente sensibles para los búlgaros, especialmente en invierno, cuando una factura cuesta una media de 350 euros al mes, el equivalente al salario medio mensual. Además, el pasado mes de julio la electricidad ya había subido un 13 por ciento.

Muchos en Bulgaria culpan además a las elites políticas desde la caída del régimen comunista en 1989 de la reinante miseria en el país, que tampoco ha mejorado tras la entrada en la Unión Europea en el año 2007.

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