En épocas como las que estamos, en las que se le pone número a todo, también encontramos datos referidos a la llamada economía del pulpo. Aún sigue siendo motivo de sorpresa para muchos que una provincia de interior como Ourense sea un referente del cefalópodo.
Según una información que hoy publica La Región la comercialización del pulpo, sobre todo en hostelería, genera más de 500 empleos. Además, Arcos, la pequeña localidad que linda con Carballiño, adquiere gran notoriedad ya que sus pulpeiras cortan unos 5 millones de raciones al año.
En economía está todo inventado. Hace falta producto, fe en él, estrategia de comercialización y factor diferenciador. Lo que ocurre con el pulpo podría pasar con otros muchos productos locales que se han ido arraigando durante décadas, pero que se están dejando.
El pulpo era comida de pobres hace décadas, con precios irrisorios, y ahora pasa por ser un producto de alta demanda, precio y calidad. Si Ourense, sin tener mar, es capaz de hacer todo esto con este cefalópodo, qué no haríamos si tomásemos el mismo empeño con los productos de la tierra, los de toda la vida. Los de aquí mismo.
