MEDIO RURAL

Crisis y altos costes quiebran la cría de porco celta en Beariz

photo_camera Ejemplares de porco celta en la antigua explotación de Lebozán, en el municipio de Beariz.

En la provincia aún se mantienen un total de 15 explotaciones en Valdeorras, Celanova y Ourense

La crisis y los altos costes de mantenimiento de la explotación motivaron el cierre de la explotación de porco celta que la sociedad agraria de transformación (SAT) poseía en Beariz desde hace 10 años. Un colectivo integrado por ocho socios que iniciaron su andadura en la cría de esta especie autóctona de porcino, criando unos pocos ejemplares en sus propias casas hasta llegar a los casi 200 en régimen de ganadería extensiva.

Pero, al final, la competencia con  otro tipo de explotaciones y los elevados gastos de mantenimiento motivaron que cundiera el desánimo  y la sociedad se deshizo. "Hicimos todo lo posible por reflotarla, pero no pudo ser", asegura José Balboa, 'alma máter' y fundador de la asociación "Oural" (nombre que recibía la SAT), además de ser su coordinador y relaciones públicas. Este emprendedor, que ya supera los 70 años, señala que "a pesar de que teníamos una excelente producción y una distribución más o menos aceptable, no pudimos afrontar los costes". 

Entre éstos, los correspondientes al pienso con el que se alimentaba a los lechones una vez destetados, y que suponía una media de 40 euros por saco y ejemplar a la semana y los referidos al transporte del ganado hasta los mataderos (Porriño, principalmente) y al despiece de la carne, que luego se enviaba a áreas comerciales.

Precios de venta

Además, el celta no puede competir en precios de venta con el cerdo blanco, ya que éste suele costar 1,80 euros el kilo en canal frente a los 3 o 4 euros del autóctono.

El Instituto Ourensán de Desenvolvemento (Inorde) les prestaba las hembras preñadas y los cerdos ya adultos pastaban libremente en una superficie de 20 hectáreas), en un monte que había sido cedido por los comuneros de la localidad de Lebozán, en el mismo municipio de Beariz, plagado de castaños y "carballos", que proporcionaban las castañas y las bellotas necesarias. "Finalmente, tivemos que devolver ese monte ós seus propietarios para que o poidan adicar a outro tipo de labouras", indica Tomás Sancho, otro de los socios de Oural. 

"Chegamos á quebra porque os gastos superaban ós ingresos", se lamenta, si bien sin querer aportar datos económicos, mientras ve "moi difícil" en estos momentos de crisis generalizada que se pueda reflotar la explotación porcina.

A nivel de la provincia de Ourense, todavía se mantiene la cría de porco celta pero en pequeñas explotaciones familiares "en las que suele haber cuatro hembras que cedemos nosotros y un macho, además de la descendencia, una media de 10 a 11 lechones en cada parto anual",  indican fuentes del Inorde. Así, se contabiliza un total de 15 explotaciones, distribuidas en las comarcas de Valdeorras (en los municipios de Rubiá, Manzaneda y O Bolo), Celanova (en Gomesende) y Ourense (Coles). 

El propio Inorde se ha constituido  el organismo matriz para todas las explotaciones, y garante de la supervivencia del porco celta, antes en peligro de extinción, a través del mantenimiento de un mínimo de 30 cerdas para siete líneas de producción.

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