El polígono industrial de San Cristovo de Cea únicamente tiene en estos momentos dos parcelas pendientes de vender, una de 15.000 metros cuadrados y otra de 3.000. Desde que en 2017 se instaló la primera empresa dedicada a la fabricación de aceites esenciales y cosméticos, el Concello ha ido formalizando paulatinamente la venta de un total de 14 parcelas.
La pandemia, sin embargo, ralentizó la presentación de los correspondientes proyectos y la construcción de las naves de siete compradores, de los que uno de ellos, un taller mecánico, ya dispone de la licencia de obras.
Entre las empresas que todavía no han empezado a construir hay dos aserraderos de madera, que ocupan una gran parte de la superficie, con 166.000 y 25.000 metros cuadrados respectivamente. También están pendientes dos talleres mecánicos, una empresa de aluminio, otra de cristal y una de reciclaje de residuos de obra.
Las que sí están en funcionamiento es un obrador de pan, la fábrica de aceites esenciales y dos de frigoríficos, además de las dos naves y una oficina que ocupan instalaciones en el vivero de empresas que ha puesto en marcha el Concello, y en donde están disponibles una nave y otras dos dependencias.
Los responsables municipales valoran satisfactoriamente cómo han evolucionado las ventas de las parcelas, que en la subasta parten de un precio que oscila entre los 15 y los 20 euros el metro cuadrado. No obstante, indican que por el momento no tienen previsto realizar una nueva convocatoria para las dos parcelas disponibles, a la espera de que los empresarios que han adquirido las restantes empiecen a construir e inicien su actividad.
Este parque empresarial está totalmente acabado, completando la apertura de las principales calles y la dotación de la mayor parte de los servicios en 2017, cuando se instaló la primera empresa. Aun así, cada año se ejecutan obras de ampliación de viales, según indicaron fuentes municipales.
Inversión
El parque empresarial situado en Fondo de Cea, en una de las márgenes de la carretera nacional de Ourense a Santiago, cuenta con una superficie aproximada de 320.000 metros cuadrados. La inversión realizada en varios años ronda los 2,5 millones de euros, mientras que a la construcción del vivero se destinaron 250.000, de los que 220.000 fueron aportados por la Xunta de Galicia.
“Os casi tres anos de pandemia ralentizaron a implantación de empresas, pero estamos satisfeitos porque a venda foi a bo ritmo e agora só esperamos que se retome a actividade”, apuntan los responsables locales, que posponen la subasta para 2023.
