El Museo Etnolóxico de Ribadavia acogió el pasado 20 de octubre una interesante Xornada sobre bibliotecas especializadas, en especial sobre cómo hacer visibles y accesibles al gran público estos centros.

En busca de la visibilidad

Una de las ponentes en la xornada del Museo Etnolóxico. (Foto: Archivo)
Esta que debería ser una crónica periodística va a resultar un elogio al trabajo bien hecho, al entusiasmo profesional, al placer por medio del esfuerzo.
El pasado día 20 la Biblioteca del Museo Etnolóxico de Ribadavia reunió a bibliotecarias de toda España (y lo digo en femenino porque de los 40 asistentes sólo siete eran hombres) de lo que se conoce como bibliotecas especializadas. Aunque parece ser que el término no está muy definido, se consideran especializadas las bibliotecas más o menos temáticas tales como las de los museos, organismos oficiales, ministerios, instituciones, colecciones, temas locales, etc. Echando cuentas resulta que casi hay más bibliotecas especializadas (sólo en Cataluña pasan de las 100) que genéricas. Suelen ser no muy grandes, lo que las hace en ocasiones pasar desapercibidas. Precisamente por eso la reunión de Ribadavia trataría sobre todo cómo hacerlas visibles y accesibles al público que muchas veces las desconoce u olvida que existen. El tema era de por sí agradable para los apasionados del libro, pero resulta que las mujeres que hablaron de su trabajo cotidiano, de su esfuerzo diario por hacer visible y necesaria su biblioteca contagiaba a los que estábamos allí.

La catalana Maite Cuende, encargada de aunar, organizar y hacer visibles las bibliotecas especializadas de la Generalitat; María Prego, directora de la biblioteca del Museo del Traje de Madrid, y Rosa Chumillas, de la biblioteca del Museo Arqueológico Nacional, las tres dejaron clara una cosa: para conseguir éxito en lo que te propones, sobre todo en el mundo de la administración, tienes que echarle entusiasmo, inteligencia y conocimiento del medio en el que te desenvuelves. Ellas no esperaron a que nadie les ordenara hacer un trabajo. Lo hicieron, lo expusieron y después pidieron y obtuvieron el reconocimiento del mismo. Y más o menos esa fue la actuación de Elena Roseras, de la biblioteca del jovencísimo MUSAC de León. Ambas dieron una lección magistral del aprovechamiento de las nuevas tecnologías aplicadas a los museos y a sus bibliotecas.


EXHIBICIÓN DE PASIÓN

Fue un derroche de sabiduría sobre el tema y, sobre todo, una exhibición de pasión por lo que hacen y las ganas que tienen de transmitirlo a los demás, de que todos hagamos uso y abuso de esa delicia que son las bibliotecas especializadas. Las cinco apenas dieron importancia o al menos no sobrevaloraron el factor económico o legislativo en su trabajo, por eso resultó chocante la actitud de los gallegos por boca de la directora general de Bibliotecas de la Xunta (patrocinadora de la jornada) y del director del Museo de Ribadavia. Ambos intervinieron para explicar la situación legislativa del tema en Galicia, con mucha ley y poco reglamento.

Más espeluznante fue la pregunta que una biliotecaria gallega hizo a las ponentes: '¿Cuánto cobráis y cuántas horas trabajáis?'... en el más puro estilo funcionarial caduco y castrante. La respuesta a los gallegos fue suave en el tono y dura en el contenido: 'Si hubiéramos esperado por los reglamentos, no habríamos hecho nada , las horas de trabajo son incontables'. Allí quedó marcada la diferencia entre una sociedad dinámica en la que hasta sus funcionarios son arriesgados y creativos, y la de una sociedad que espera siempre el empujón de mamá administración, llámese ésta Xunta, Diputación o Ayuntamiento. Fue una logradísima Xornada gracias al trabajo de Rosa Lamas, bibliotecaria del Museo Etnolóxico de Ribadavia, todo hay que decirlo.

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