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El Ateneo Ourensano

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photo_camera El doctor Marañón, en el Teatro Losada, disertando sobre el Padre Feijoo bajo la atenta mirada de don Marcelo Macías y don Ramón Otero Pedrayo, que presidían el acto, el 3 de mayo 1936. (Fotografía del Archivo familiar de doña Mª del Socorro

La primera noticia que he conseguido localizar en referencia al Ateneo Ourensano aparece en el diario La Correspondencia de España del 21 de agosto de 1900

Dicen los diccionarios que un ateneo es una asociación cultural generalmente de tipo científico o literario, denominándose también así al lugar donde esos asociados se reúnen.

La primera noticia que he conseguido localizar en referencia al Ateneo Ourensano aparece en el diario La Correspondencia de España del 21 de agosto de 1900, y recoge el nombramiento de socio honorario del ministro de la Gobernación, Ugarte Pagés (desconozco los motivos de tal nombramiento, la única relación de Ugarte con Ourense es la de que se presentó en 1891 a las elecciones generales por la circunscripción de Carballiño, saliendo elegido hasta 1903).

Al margen de esta –única- referencia, se podría afirmar que el “primer” Ateneo de Ourense nace en noviembre de 1914, de la mano de uno de los mayores impulsores de la cultura en nuestra ciudad, Don Marcelo Macías. El lugar de reunión elegido para la asociación fue el paraninfo del Instituto Provincial. Don Marcelo, desde el primer momento, se vio arropado por todo un elenco de personajes que en aquellos años suponían un excelente aval para cualquier actividad cultural: Otero Pedrayo, Benito Fernández Alonso (sección de Historia), Rey Soto, Filomena Dato, Antonio Gaite, Cuevillas, Vázquez Pardo, etc. (por parte de las sociedades obreras de la ciudad se nombró al escritor y autor teatral Jorge García Losada, redactor del Diario de Orense, para formar parte de la junta de gobierno).

El objetivo inicial era el de intentar organizar dos conferencias semanales, tocando temas como Arte, Industria, Ciencia e Historia, contando para ello con la colaboración de los catedráticos del instituto. El éxito estaba garantizado y en diciembre, el número de socios ya pasaba de los 130. Habituales eran las disertaciones de Emilio Amor Rolán (director de la Escuela Normal), Ramón Villarino de Saa (periodista y abogado) y del propio Don Marcelo Macías.

La actividad del Ateneo decayó en cuanto a cantidad durante unos años, aunque no en calidad. Ponentes como Manuel Lezón, el padre Valerio Cordeiro, Losada Diéguez o el sacerdote y astrónomo Ramón Aller fueron algunos de los estudiosos que se encargaron de mantener el prestigio del Ateneo.

Es en 1924 cuando comienza la que se puede llamar segunda etapa del Ateneo Ourensano. Don Ramón Otero Pedrayo regresa a su ciudad y se le ofrece tomar las riendas de la sociedad, encargo que acepta con orgullo dada la admiración que profesaba a su antecesor. Para regir la sociedad contó dentro de la junta con personajes de la talla de Don Luis Pérez Coleman, Marcial Ginzo Soto y Francisco Álvarez de Novoa.

Tras muchos esfuerzos, en 1936 se consiguen reunir los medios para disponer de un local que sirva de referencia para los socios y celebrar sus reuniones. Si mis datos son correctos, estuvo ubicado en Paz Nóvoa (Calle del Paseo) 12, 2º. Hoy estaría encima de la peluquería Cachaldora Seoane. Para celebrar su inauguración se organizó en el cercano Teatro Losada un acto presidido por Don Marcelo Macías en el que el protagonista fue Don Gregorio Marañón, quien ofreció una conferencia presentando su estudio sobre el Padre Feijoo.

Lamentablemente los acontecimientos hicieron que la actividad en esos años fuera insignificante, y el local al poco tiempo se abandonó. No consiguieron las adversidades borrar el espíritu ateneísta, aunque fue necesario aguardar hasta 1969 para recuperar una nueva etapa de esplendor. Es en este momento cuando la necesidad de dotar de un carácter “cultural y público” al que era proyecto de construcción del edificio Torre de Orense, hizo que el Ateneo dispusiera de unas instalaciones donde desarrollar su misión cultural.

Constantes exposiciones de artistas predominantemente locales se alternaban con charlas y conferencias de gran interés social que situaron al colectivo en vanguardia de la cultura ourensana. Quizás el momento álgido de la sociedad se vivió cuando, en 1975, una corriente ateneísta lideró la negativa de la ciudad a la instalación de la fábrica de celulosa en la zona de Reza y el posterior intento de llevarla al Castro de Trelle. Durante la Transición, se convirtió en lugar de reunión abierto a cualquier ideología dejando patente su espíritu liberal y democrático.

Hoy vuelve la sociedad a vivir momentos difíciles, al haber perdido su local social (desconozco como está el tema judicial, pero supuestamente el local no puede tener otro uso diferente al cultural), pero de todas formas sabemos por la experiencia anterior que resurgirá de sus cenizas. El Ateneo es casi una filosofía que no se puede perder.

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