OURENSE NO TEMPO

El Gurugú y el Regimiento Ceriñola

Nuestra Auria tiene su propio Gurugú: una pequeña elevación situada en el entorno del cruce de la avenida de Portugal con Marcelo Macías.

En diferentes momentos de la historia de España, y siempre de manera indeseable, aparece como escenario de actualidad esta elevación geográfica a cuyas faldas se encuentra la ciudad autónoma de Melilla: el monte Gurugú. Y aunque pocos lo recuerden, nuestra Auria tiene su propio Gurugú: una pequeña elevación situada en el entorno del cruce de la avenida de Portugal con Marcelo Macías, a la que durante un tiempo se conoció con ese nombre (supuestamente desde 1910 hasta los años 40).

En los últimos tiempos ha sido actualidad por "acoger" a los inmigrantes subsaharianos que aguardan en condiciones infrahumanas el momento propicio para saltar la valla de Melilla y alcanzar su “Tierra Prometida”; pero con anterioridad, su sonoro nombre, Gurugú, ya se había citado en los noticieros españoles por los conflictos que en el primer cuarto del siglo XX tuvieron lugar en el norte de África.

Nunca llego a ser pacífica la convivencia entre españoles y marroquíes en la zona, y los conflictos militares fueron constantes. La Guerra de África (1ª Guerra de Marruecos, 1859), la Guerra de Margallo, la Guerra de Melilla o la Guerra del Rif fueron algunos de los episodios que se sucedieron en aquellos lugares. De todos ellos, los producidos a partir del año 1909 tuvieron a muchas familias ourensanas pendientes de las noticias que de allí venían. El motivo: el Regimiento Ceriñola, con guarnición en nuestra ciudad en 1909, se agrega a la División Ampudia, encargada de sofocar los ataques de las tribus rifeñas, formando parte de las tropas muchos ourensanos y amigos.

Este, a grandes rasgos, es el relato de los acontecimientos:

En 1904, en una reorganización de los ejércitos españoles, se decide que el cuartel de San Francisco albergaría las tropas del Regimiento Ceriñola, desplazándose desde Leganés las primeras unidades en dos grupos, uno formado por un destacamento que vino directamente a Ourense para encargarse de las imprescindibles reparaciones del cuartel, y otro con el grueso de la tropa que inicialmente se instaló en A Coruña. Al mando estaba el coronel Ubaldo Camacho. En septiembre de ese año se produjo la llegada a la ciudad del total de las fuerzas.

A pesar de que los momentos que se vivían en el país eran de una elevada tensión (los eternos enfrentamientos políticos, la reciente pérdida de las colonias y el continuo malestar que producían las noticias de África entre otros muchos problemas…) el Ceriñola tuvo un periodo de cierta tranquilidad en el que las noticias más importantes las generaba la excelente banda de música del regimiento, que generosa y altruistamente participaba en todas las fiestas en que se solicitaba su presencia, y de manera habitual amenizaba muchas tardes en el Posío.

Desde ese estado de calma relativa en las colonias del norte de África, fue subiendo la intensidad de los conflictos hasta que un sangriento ataque a los trabajadores españoles de las minas del Rif aconsejo una intervención militar a finales de 1909. La decisión tomada por los mandos militares fue la de que una fracción del Regimiento Ceriñola, en unión de otras fuerzas, acuda a sofocar la rebelión, aunque finalmente las circunstancias aconsejan el traslado del total. Esto sucede en marzo del 1910, cuando al mando del teniente coronel Francisco Arranda Cutanda, el 3º Batallón del Ceriñola se traslada a Melilla.

Lo que iba a ser una rápida operación, se convierte en el asentamiento definitivo del Ceriñola en Melilla y su participación en pequeñas escaramuzas que de manera continuada los rifeños provocaban (años después el regimiento fue protagonista en el Desastre de Annual). Por sus antecedentes ourensanos, la ciudad estaba muy atenta a las noticias procedentes de África, que en muchas ocasiones resultaban duras.

A modo de ejemplo citaremos la muerte del ourensano teniente coronel Antonio Bernárdez Dorado, quien a finales de 1911, al frente de tres compañías, acudió al rescate de varias unidades que estaban siendo hostigadas en el entorno de la meseta de Tauriat-Zag, allí en situación de franca inferioridad al tener que avanzar entre las gargantas del río Kert, sufrieron un duro castigo que supuso la heroica muerte del teniente coronel junto a otros once hombres. Poco tiempo después, en la casa donde viva la familia en nuestra ciudad se coloco una placa en su recuerdo que allí continúa (calle Cervantes, 12).


(Mi agradecimiento por su colaboración a José Magín Hernández y Adolfo Rego.)

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