OURENSE

Los actos vandálicos en cinco meses cuestan 45.000 euros

Preocupación en Medio Ambiente por las repercusiones de las celebraciones en las fuentes

Bancos, papeleras, farolas y columpios son los principales objetivos de los actos vandálicos que, prácticamente a diario, registran las calles de la ciudad. Una situación que ha generado en lo que va de año destrozos cercanos a los 45.000 euros y de la que no se libran tampoco los setos y las fuentes del casco urbano. De hecho, una de las "formas máis actuais", según la denominan en la Concejalía de Medio Ambiente, de este tipo de vandalismo son las repercusiones de las celebraciones en las fuentes, "xa que ó facer escuma ou alterar con xabón as fontes constitúese unha agresión ó medio ambiente, posto que os verquidos afectan ó río con consecuencias nefastas", según indican fuentes de ese departamento municipal.

De hecho, reconocen que esta forma de vandalismo es una de las que más preocupan en la concejalía, si bien no mencionan explícitamente si esto se vincula también a la conocida cadena viral del "Legado do Tibu", por el que muchas personas, principalmente jóvenes, se mojan en agua fría para evitar el pago de una mariscada después de ser nominados por otras personas.
 

Los sitios

Anualmente, el Concello estima que la reparación del mobiliario afectado por los actos vandálicos se sitúa en torno a los 300.000 euros. Algunos de los puntos más castigados por este tipo de actos son las rejillas de fundición del paseo Barbaña, el jardín de O Posío, el Parque Barbaña, San Lázaro, la plaza de la Marina, la plaza 500 y el parque Daniel González en As Lagoas, entre otros espacios.

Asimismo, desde el Concello se explica que los actos vandálicos están muy relacionados con la meteorología y que es en los meses de verano, cuando hay más afluencia de gente por las noches, cuando se incrementan los hechos de este tipo. Más aún, el de junio suele ser el peor del año en este sentido.

El perfil habitual de las personas que cometen actos vandálicos es, según los datos que maneja el Concello, un hombre de entre 15 y 25 años de edad. En un gran número de casos es, además, una persona con formación.

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