CASO TOMÁS MILIA

El acusado de matar a Milia sólo se considera encubridor

Admite que entró al piso a limpiar de madrugada pero no la autoría que reconoció ante la policía

El rumano Alexandru Marius Luca, de 22 años, declaró ante la Policía Nacional haber matado al farmacéutico jubilado, Tomás Milia Méndez (71 años), tras una relación sexual en el dormitorio del piso de la víctima. El joven trabajaba como prostituto y se anunciaba con todo lujo de detalles en la sección de contactos gays de Ourense de la página milanuncios.com: "Lucas, 19 años, activo y muy dotado, toda clases de servicios: francés natural, 69, penetraciones, lluvia blanca, dorada, dominación ...)".

La confesión la hizo a las 19,15 horas del mismo día de su detención, el 4 de octubre de 2013. El joven aseguró que el cliente pretendía saldar con 40 euros un servicio contratado por 160. Según esa versión, Tomás le propinó una puñetazo en al boca y él se descontroló. Cogió un cuchillo de la mesilla que había visto al coger los preservativos y le cortó el cuello. Después, se lo clavó en la barriga. No sabe por qué.

Alexandru Marius Luca, en esa ocasión, la única en la que dio su versión de los hechos, reconoció a pies juntillas los hechos que le imputan las acusaciones (fiscal, sobrinos de la víctima y el marido del fallecido). Es decir, salió de casa con una caja de relojes de oro, arrojó el cuchillo a un contenedor y, casi siete horas después, regresó a la vivienda, lavó el cadáver con lejía y prendió fuego para deshacerse de las pruebas. Tras abandonar el piso de la céntrica calle Curros Enríquez, fue detenido. Llevaba consigo una bolsa con prensas ensangrentadas y otra con cuatro cuchillos.

¿El joven mintió?

Ahora bien, según Eduardo Mazaira, el abogado del procesado, que ayer presentó en la Audiencia su escrito de defensa, Alexandru Marius Luca mintió. No mató al farmacéutico. Delimita su participación, en todo caso, al papel de encubridor de un crimen, acudiendo al piso para limpiar huellas y rastros a las cinco de la madrugada. Pero niega que su cliente estuviera a las 22.00 horas de día 4, momento aproximado de la muerte. A esa hora una vecina del piso de abajo escuchó "socorro" en voz baja, pero no le dio importancia porque a Milia solían visitarlo "personas raras".

Mazaira asegura que las pruebas periciales demuestran que el joven rumano faltó a la verdad al autoinculparse. Su principal baza es el análisis de los cuchillos, tanto el que arrojó al contenedor en un primer momento como los otros cuatro que cogió cuando regresó al piso. "La Policía Científica que analizó el cuchillo que arrojó al contenedor, con el que supuestamente le causó la muerte, sostiene que no entró en el cuerpo de Tomás Milia", explica.

En las conclusiones forenses, por un lado, no se descarta ese cuchillo por su morfología y dimensiones de la hoja. Pero, las esquirlas metálicas encontradas en la víctima "presentan una composición elemental distinta a las de las armas estudiadas, por lo que se descarta un origen común".

El abogado considera importante la declaración durante la vista oral del letrado de confianza de Milia. El mismo día que trascendió la noticia del crimen se personó en la Comisaría para comunicar que su cliente hacía pocos días que había acudido a su despacho para pedirle que tramitara con urgencia una demanda de divorcio de su marido, con quien se había casado en 2011, "ya que se sentía amenazado por su esposo". El farmacéutico pocos días antes de morir cambió el testamento, designando herederos a tres sobrinos (en el anterior figuraba su marido y un único sobrino).

Además, Mazaira esgrime que la autoinculpación de Alexandru no es prueba de cargo suficiente "al no haber sido ratificada judicialmente". Y plantea varias eximentes y atenuantes en caso de condena: alteración psíquica, consumo de drogas e incluso dilaciones indebidas porque unos hechos ocurridos hace más de tres años aún no han sido juzgados.

La víctima comprobó con un detective la infidelidad de su esposo

La víctima, cuando ocurrieron los hechos, ya no convivía con su esposo, Guillermo José Q.C., con quien se casó en febrero de 2011. Tomás Milia se sentía traicionado porsu marido porque este último mantenía relaciones con una mujer. De hecho, contrató, tal como consta en el sumario, los servicios de un detective privado en marzo de 2013. El seguimiento se realizó el día 21. En los fotogramas aportados, se ve a Guillermo en actitud cariñosa con una señora: se agarran, abrazan y se besan, en diferentes muestras de cariño. Tras salir a cenar con unos amigos, se van juntos a su piso de la avenida de la Habana. Hasta que el dective los vigila, las cuatro de la mañana, permanecen allí juntos.


El esposo fue investigado por la policía pero tiene coartada: la noche del homicidio estuvo de fiesta con unos amigos. Incluso, en un exceso de realismo, declaró que "se acostó" con dos mujeres entre las la seis de la tarde del día 4 y la madrugada del 5 de octubre de 2013.
El propio esposo aseguró ante la policía que  mantenía una buena relación con la víctima pese a que ya no vivieran juntos. Según dijo, veía a Milia todos los días y hasta conservaba un juego de llaves del piso. El día del homicidio hasta jugaron al pimpón en una mesa improvisada del salón. 
 La víctima también era infiel ya que con cierta frecuencia "contrataba los servicios de varones que ejercían la prostitución".  Pero esa no fue la causa de la separación:  Guillermo se fue a vivir con amigos porque  Milia "le quería controlar en exceso la vida".

Te puede interesar