Coronavirus en Ourense

El adiós a los MIR del covid-19

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photo_camera Paula Sampedro, Belén González, Néstor Sánchez y Andrea Carballude.
El área sanitaria se despidió de los cuarenta profesionales de último año de formación. Un acto agridulce, en el que tocó dividirse en cuatro grupos para mantener la seguridad y en el que la "comilona" quedó pospuesta.

La despedida no fue la esperada. Faltaron abrazos entre compañeros, familia, amigos, la "comilona" tradicional de después. Los cuarenta residentes de último curso del área sanitaria se despidieron ayer jueves de su etapa formativa, marcada en su recta final por la irrupción de la crisis sanitaria del coronavirus. El equipo directivo y la comisión de docencia no se olvidaron de agradecer su esfuerzo y su papel en la lucha contra el covid-19. 

"Al principio fue muy duro, no sabíamos a lo que nos estábamos enfrentando", asegura Néstor Sánchez, residente de Medicina Familiar y Comunitaria, que formó parte del equipo de una de las residencias integradas para pacientes con coronavirus en la provincia. "En el equipo hicimos piña y eso ayuda mucho en una situación así", asegura. 

Paula Sampedro, residente de Oncología, reconoce el miedo del principio. "Los pacientes estaban muy preocupados, no querían venir al hospital. Hicimos muchas consultas telefónicas, intentando aplazar en la medida de lo posible las visitas hasta que la situación mejorase, pero tardó tiempo... No sabíamos como enfrentarnos a la situación", explica. Sampedro también habla sobre el cambio que supuso, a nivel humano, la pandemia: "Aquí nos conocemos todos, hablas con unos, con otros. Desde que empezó el coronavirus, todo se hizo más frío, distante". Sampedro continúa, ya como especialista, en el servicio, del que se enamoró a primera vista, "desde las prácticas de la carrera".

Una despedida agridulce

Despedirse de los compañeros de cuatro años no es sencillo. "Cando eres residente eres un pouco como o neno mimado, agora toca asumir a responsabilidade do paciente. Claro que te formas para iso, pero supón un reto moi grande", apunta Andrea Carballude, residente del servicio de Anestesiología.

Los recién graduados reconocen cierta tristeza, así como emoción e incerteza por el futuro. "Te da pena acabar la residencia, pero tienes ganas de empezar la nueva etapa", asegura Sánchez. 

Belén González, residente de Enfermería Familiar y Comunitaria, explica que todavía desconoce qué pasará a partir de la próxima semana. "A formación remata o domingo, pero mañá (por hoy) é o meu último día, porque traballo nun centro de saúde. Estamos á espera de que nos avisen", apunta. 

Hoy se despedirá de sus compañeros del centro de salud de O Carballiño, donde también ha luchado contra la pandemia desde hace dos meses. "A especialidade é un período formativo moi amplo, pero nestes últimos dous meses tivemos unha importanet maduración como profesionais, asumimos máis responsabilidades e cubrimos o oco doutros profesionais", señala González. 

Adaptarse

Las diversas especialidades tuvieron que adaptarse a la irrupción del coronavirus. Los residentes también. "Con todo esto hemos potenciado la asistencia de forma telemática y a mí, la verdad, me cuesta. Me cuesta diagnosticar a un paciente sin hablar con él, sin verlo. Ahora menos mal, porque ya los conozco, pero a partir de ahora tendré que enfrentarme a nuevos pacientes sin conocerlos en persona, es un reto grande", apunta Sánchez. El servicio de Anestesiología también se tuvo que adaptar. "Seguimos operando nos casos de pacientes graves, sobre todo, de Oncoloxía, así como preoperatorios de urxencia. No caso das consultas de dor crónica, fixemos moita telemática", explica Carballude. 

El reto de las consultas a través del teléfono no fue sencillo, y los ya especialistas saben que la situación continuará así durante los próximos meses, pero no dudan, "tenemos muchas ganas". "Ahora se empieza, poco a poco, a volver a la normalidad. Vemos la luz", apunta Sánchez.

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