Hoy se cumple un año de la brutal agresión que sufrió una menor de 13 años en Carballiño y que condicionó el resto de su vida. La menor había quedado con un amigo que la invitó a pasar la tarde en su casa. Una vez allí, y tal como declaró él mismo, la golpeó en la cabeza con la pata de cabra de una bicicleta porque “quería saber lo que se sentía al matar”. O bien por el impacto, o bien empujada por el agresor, la joven cayó desde el balcón. Pasó cerca de tres meses hospitalizada y diez días en coma. En noviembre regresó a casa pero la recuperación aún perdura casi un año después.
El niño ingresó en el centro de Menores de Montealegre, pero ya disfruta de los fines de semana en libertad. Le dan permisos, su progenitora acude a buscarlo y, según fuentes cercanas, no pasan por Carballiño porque lo tiene prohibido. Su madre, sin embargo, sí que vive en la localidad.
Por otra parte, la familia de la niña se trasladó hace unos meses a la frontera, en Chaves, para mantenerse alejada de Carballiño. Ahora, un año después, aunque el daño continúa, la menor continúa recuperándose y reaprendiendo lo que el daño cerebral le arrebató.
