TRIBUNA

Alfonso XIII y el Ribeiro en la I Feria de Madrid

Foto de la I Feria Comercial de Madrid en 1923. Archivo BNE.
photo_camera Foto de la I Feria Comercial de Madrid en 1923. Archivo BNE.

EL PROPIO ALFONSO XIII CONCEDE A CONSTANTINO RODRÍGUEZ EL TÍTULO DE PROVEEDOR DE LA REAL CASA POR SU RIBEIRO TOSTADO

No es una novedad -las crónicas lo atestiguaban- que el Ribeiro, a lo largo de la historia, a menudo, tuvo un lugar relevante en las bodegas reales. El propio Alfonso XIII, no conocía sólo este “néctar ribeirano” por ser un habitual en las Ferias decimonónicas, o por referencias ancestrales. Él mismo, cuando asume el poder, en 1902, de los sesenta y seis títulos que concede como proveedor de la Real Casa, dos, se los concede a comerciantes ribadavienses; y, uno, es para Constantino Rodríguez, por el ribeiro tostado. Por lo tanto, resulta patente que cuando en 1923, en la I Feria Comercial de Madrid, visita el stand “Río Miño”, no sólo conoce perfectamente la marca, sino también qué productos pueden impactar en el mercado. No podemos obviar que estos Certámenes eran tanto la última palabra de la ciencia como el mejor muestrario de un producto.

Foto 1922. Fiesta Gallega en Cuba. Archivo BNE.

 

Foto 1922. Fiesta Gallega en Cuba. Archivo BNE.

Tras la Gran Guerra, soplaron vientos racheados para el comercio. Lamentablemente, ni siquiera en España, que había permanecido, de facto, neutral en el conflicto bélico, las instituciones comerciales -Cámaras, Institutos, y Asociaciones- estaban en condiciones de dar frutos. Es cierto que las economías europeas adolecían del mismo mal. Aún no habían alcanzado el nivel de competencia de preguerra. Sólo Leipzig, y, sobre todo, Bruselas habían logrado celebrar con éxito Ferias Comerciales. En ellas ya se dibujaba su porvenir.

Con este escenario, Madrid no se podía empantanar. Todavía no era tarde, pero urgía que el alcalde Ruiz Jiménez promoviese e inaugurase, lo antes posible, la Primera Feria Comercial en la capital. Por eso, con premura, el Palacio de Exposiciones que se situaba en la calle del Duque de Medinaceli, conocido como el Palacio del Hielo y del Automóvil, se acondicionaba para celebrar, entre el 14 de mayo y el 4 de junio de 1923, la I gran Exposición Comercial. Prometía sobrepujar los ya de por sí excelentes adelantos que se habían exhibido en Europa. Allí estaban las firmas más notables del país. Y entre ellas, destacaba el stand de vino del Ribeiro que exhibía la sociedad “Uzal y Cía. Limitada”.

José Uzal García, en 1922, era el depositario exclusivo para la venta de tres vinos que publicitaba con marca registrada. El industrial vigués, además de La Redonda, que era Rioja, o de Alegría, un tostado, era el único concesionario de la marca de vino ribeiro “Río Miño”. Sólo su almacén podía comercializarlo tanto en España como en América. Este caldo se hizo tan famoso que no podía estar ausente en la mesa de una celebración o de un negocio que se terciase importante. No es de extrañar, pues, que fuese, por ejemplo, el único vino, elegido por los comensales, políticos e industriales de Vigo, cuando en junio de 1922 se inaugura la Sociedad “Círculo Mercantil e Industrial Vigués”.

Cartel publicitario de 1923. Archivo BNE

Cartel publicitario de 1923. Archivo BNE.

Con el ánimo de acrecentar el negocio, y, aprovechando que “Bodegas Gallegas” estaba en suspensión de pagos, José Uzal acude el 25 de agosto a Ourense a la subasta de la marca y de las existencias, de la sociedad que gestionaba Pedro Romero y hermanos. Presenta una puja de 175.000 pts., inferior a la que hace, con 205.034 pts., el comisionista coruñés, Juan Batallán Pedrera. Ni uno ni otro alcanzan el tipo calculado y la administración liquidadora declara desierta la subasta. Aun así, es más que plausible pensar que aquel encuentro permitió que, en poco tiempo, ambos propietarios constituyesen, siendo apoderada, Francisca Rey de Uzal, la Sociedad “Uzal y Cía. Limitada”. Es, precisamente, en ese período cuando se promociona la marca “Río Miño” con carteles y slogans ingeniosos que no dejan a nadie indiferente. Se simulan reuniones secretas que homenajean ese vino, se brinda la fusión futbolística Vigo-Fortuna con ese caldo, Xarrcich, maestro del arte culinario, lo recomienda en su receta de Salmón, e, incluso, se aprovecha la visita real a la Feria para anunciarlo como “el Rey de los vinos”.

Era evidente que, desde que el representante de la I Feria Comercial de Madrid para Galicia, Alberto Fernández Arias, desde su oficina de Vigo, le reservaba el stand a su convecino José Uzal, felizmente, todo se desarrollaba según lo previsto. Había valido la pena que la empresa hubiese pagado 65 pts. por metro cuadrado para exponer un vino de exquisito bouquet y delicioso paladar. Máxime, después de que, el último día de la Exposición, sobre las cuarto de la tarde, Alfonso XIII, vestido de Capitán General, en compañía del Comité de expositores de la Feria, al igual que visitaba “Mercedes” -un stand que exponía lo último en máquinas de escribir-, se acercase a la instalación de “Uzal y Cía. Limitada”. Le llamó la atención tanto la calidad de los vinos como su presentación. Intercambió con Castelo, representante de la empresa, impresiones sobre la elaboración de un caldo que ya conocía. La monarquía le tendía la mano a un fabricante que, briosamente, con su ejemplo, podía despertar del letargo a la industria vinícola del país.

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