ENTREVISTA

"Aprendí a ser obispo en Ourense, me enseñaron los ourensanos"

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photo_camera Carlos Osoro

Carlos Osorio, arzobispo de Madrid, acaba de ser nombrado nuevo cardenal por el papa Francisco

En la víspera de la clausura del Año Santo de la Misericordia, el próximo 19 de noviembre, el papa Francisco impondrá la birreta de cardenal a monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, y obispo de Ourense entre 1996 y 2001. El Santo Padre anunció su nombre el pasado 9 de octubre junto al de otros doce nuevos cardenales. El papa lo apoda cariñosamente "don Carlos, el peregrino", por su costumbre de estar siempre a pie de calle.

¿Cuándo fue su primer encuentro con el papa Francisco?

Cuando fui elegido vicepresidente de la Conferencia Episcopal, en 2014. Charlamos durante una hora.

¿Qué impresión le causó?

Me impactó su humanidad, su forma de entender el ministerio pastoral y salir al encuentro de los hombres en todas las situaciones; de expresar con claridad lo que supone una iglesia de puertas abiertas, sin miedo, porque sabe que está acompañada por el Señor y el Espíritu Santo; la seguridad con la que manifestaba la misión de la Iglesia, y la confianza que tenía en que la Iglesia es una obra del Señor. El papa contagia esperanza e ilusión.

Regresando a 1973, cuando fue ordenado. ¿Fue la suya una “vocación tardía”?

Desde jovencito había pensado que podía ser sacerdote, nunca lo había rechazado. Al terminar el bachillerato pensé en irme al seminario, pero me dijeron que esperase un poco y acabara los estudios. Así, terminé la carrera y estuve dando clases en Santander. Fue también ese trabajo con jóvenes lo que me llevó a plantearme con más seriedad la decisión de irme al seminario.

En lo que atañe a la Iglesia, ¿ha cambiado mucho la sociedad española desde 1973 hasta hoy? ¿Sigue la gente buscando a Dios?

La gente sigue buscando a Dios con mucha más necesidad que nunca. Otra cosa distinta son las manifestaciones que realiza en esa búsqueda, que quizá no llevan explícitamente esa palabra. Pero la gente quiere llenar su vida de algo que la cultura de hoy no le da. Con respecto al cambio social, cuando yo estaba en el seminario, ya hablábamos de los tiempos que venían. A mí me tocó coger el primer momento del Vaticano II y entonces no se veían tan claras como ahora ciertas corsas. Hoy vivimos una nueva época. No solo la iglesia, toda la sociedad tiene que asumir que este cambio afecta al modo de hacer las cosas, en política, en economía, en cultura, en enseñanza, en todos los aspectos de la vida. Y voy a tener un atrevimiento: la más consciente de que hay un cambio de época es la Iglesia, y creo que lo está asumiendo con serenidad, y paz, pero con la determinación de anunciar a Nuestro Señor en esta época nueva.

¿Qué recuerdos guarda de su tiempo como obispo de Ourense?

El recuerdo es tan bueno, que si usted me pregunta por algo negativo, no se me ocurre nada. En Ourense aprendí a ser obispo, me enseñaron los ourensanos. Fueron los cinco años más felices de mi vida. Todo era aprender, sentir la fe popular, y el apoyo de la gente. Fui un obispo tremendamente feliz con las personas que Dios me dio en aquellos momentos. En mi casa, los recuerdos que guardo, son casi todos de Ourense.

¿Mantiene alguna devoción ouresana especial?

Por supuesto. Los encuentros con los jóvenes en Santa María Madre, la patrona de Ourense, son inolvidables. La oración que hice a la Virgen, la guardo en mi despacho. Y por supuesto, el Santuario de Los Milagros, un lugar de oración, de reflexión. Allí hacía los encuentros del curso pastoral. Toda la religiosidad del pueblo, las fiestas, las ocasiones de ir aprendiendo de la sencillez de la gente... A través de los santos, una religiosidad popular muy profunda marca toda la diócesis de Ourense.

¿Qué diferencias hay entre ser obispo y ser cardenal?

Para ser cardenal no hay que ser obispo. Siendo obispo, sé que toda mi vida es para darme a los demás y no reservar nada para mí mismo, en una entrega total al servicio de los otros. Y en estos momentos en que el papa Francisco me llama a vivir más cerca de él, pienso que ser cardenal no es un honor, sino un servicio. Es saber que el papa te llama a que des hasta tu propia sangre, si es necesario. Esta es una llamada a estar más cerca del papa pero también a dar la vida por el anuncio de Jesucristo y por el servicio de la Iglesia al mundo.

Esto le sitúa en dos responsabilidades: una, la de -quizá- elegir al próximo papa, y otra, la de convertirse usted en ‘papable’. ¿Lo ha pensado?

En ningún momento. De eso me puedo presentar muy libre delante de Dios.

Antaño se decía aquello de “vivir como un cura” para expresar que alguien vivía con mucho lujo y dinero. Hoy probablemente la sociedad percibe que vivir “como un cura” es hacerlo con lo justo y estar pluriempleado. Pero tal vez los obispos no han logrado hacerse con esa misma fama...

Cuando se vive con el pueblo, la gente saber distinguir. Ahí mismo, en Ourense, la gente sabía cómo vivía yo, porque venían a mi casa. Sabían lo que hacía. No creo que los jóvenes con los que traté tuviesen la imagen de un hombre que vivía enriquecidamente. Sabían lo que tenía, cómo vivía, por qué lo hacía, y también qué servicio estaba realizando. No escondía nada. Cuando se vive con apertura y sin guardarse nada, y sabiendo que lo que tienes lo pones al servicio de los demás, la gente lo percibe.

Seguro que aquí ha dejado a gente rezando por usted y, seguro, también, otros que no guardarán tan buen recuerdo. ¿Es hoy una persona diferente a la que era?

La vida te enriquece siempre. Todos los sitios en los que he estado me han aportado cosas. Pero en esencia soy el mismo Carlos que fue obispo de Ourense. Quiero muchísimo a los ourensanos. No hay un día en que no me llame alguien de Ourense. Uno nunca hace las cosas a gusto de todos, habrá enemigos… pero le aseguro con sinceridad y delante de Dios que yo solo tengo hermanos. Y así intento vivir. Lo cual no quiere decir que sea un santo, a veces tengo que hacer examen de conciencia y pedir perdón a Dios si es que he visto a alguien como enemigo. Pero me gustaría decirles a los ourensanos que les quiero de verdad, y que Ourense será para mi siempre un punto de origen y de aprendizaje a ser obispo.

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