REPORTAJE

El banco con un interés único: ayudar

OURENSE. 06.03.2015. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera La actividad en el Banco de Alimentos de Ourense es constante, un flujo de solidaridad que no cesa.

El Banco de Alimentos es el único banco en Ourense que otorga un total retorno y rendimiento a quienes a él acuden. El programa "Callejeando" se acerca a conocer en detalle cómo es su filosofía y funcionamiento.

En una época compleja como la actual, con una crisis entreverada y lacerante, que no desiste de su empeño de formar parte de nuestra cotidianeidad, la labor que realiza el Banco de Alimentos de Ourense supone mucho más que un oasis: es una ayuda desinteresada y voluntaria que permite a muchas familias, cada vez más, tener un pequeño respiro.
Bienvenido no es tan sólo un nombre -el más apropiado si así se quiere ver-, es a un tiempo una actitud ante la vida. Quien en su momento escogió este nombre para el actual coordinador del Banco de Alimentos de Ourense, hacía de oráculo ante lo que el devenir del destino tendría trazado para él. Es impensable e inconcebible no ser recibido por la cálida sonrisa de Bienvenido Conde tras cruzar el umbral de la sede principal del Banco, en la calle Manuel Murguía, en la ciudad de Ourense.
Un breve paseo por las instalaciones del banco da cuenta de la envergadura del trabajo que allí se acomete. Bienvenido es una de las muchas cabezas visibles del amplio colectivo de voluntarios que allí desinteresadamente trabaja para ayudar a quienes la crisis y la desventura han llevado por el camino de la necesidad.
El trabajo que supone gestionar el funcionamiento del Banco es silencioso a la par que complejo. Ver todos los alimentos allí, correcta y metódicamente almacenados, no es más que la lógica y sencilla conclusión de un proceso que se prolonga en el tiempo, y que requiere de la acción sincronizada de un gran número de protagonistas. Desde la captación de alimentos, provenientes de empresas, entidades o colegios; su posterior recogida y almacenamiento; la elaboración de campañas de captación,  información y concienciación, todo ello supone un enorme abanico que requiere disciplina, pero sobre todo entrega y pasión.
Como una más de todas las entidades que funcionan en nuestro país, la crisis ha hecho mella también en el Banco de Alimentos, que ha debido sortear la complejidad que supone el incremento de las personas y entidades que requieren de su ayuda. Al contrario que a muchos bancos de España, entidades financieras, entiéndase bien, al Banco de Alimentos no le han llovido ayudas o rescates. Y sus números para ello son tal vez elocuentes: desde 2010, el Banco ha pasado de atender a unos seis mil usuarios por aquel entonces, a los 16.000 que hoy en día debe atender.
Cecilio Mourille Santalices, presidente del Banco de Alimentos de Ourense, es enfático al respecto. Al explicar cómo funciona el Banco, que se nutre principalmente de dos fuentes: fondos de excedentes europeos, el llamado plan FEGA y cuya cantidad ha experimentado un fuerte retroceso en los últimos años; y alimentos que el propio Banco, a través de su labor de captación, es capaz de conseguir. Todo ello es poco, si se tiene en cuenta la creciente demanda que es necesario atender, un colectivo cada vez mayor, y que las entidades adheridas al Banco deben proveer.
Bienvenido apunta certero a otro tipo de crisis, más allá de lo estrictamente económico: de conciencia. "Hoy productos vamos teniendo, hay existencias. La crisis muchas veces es debido a que las empresas no toman todavía conciencia. En la empresa tenemos una cierta crisis, que poco a poco vamos entrando en ella".

Leche, producto estrella
Consultados al respecto, el producto estrella, en cuanto a su demanda, es la leche. En este punto, Bienvenido apunta a un hecho que suele pasar desapercibido: la ausencia de una industria agropecuaria o de pesca en la provincia que sea capaz de dotar de esta clase de producto. "De eso sí que tenemos un déficit muy grande, porque no solo con la pasta o el arroz se come, hay que añadirle algo más", resume.
Cecilio Mourille explica que el trabajo que se realiza es exclusivamente voluntario, con picos de volumen que aumentan durante meses como diciembre, o ante operaciones de envergadura como las que suponen las "grandes recogidas", en los que es posible cifrar en trescientos los voluntarios. No obstante, ante un flujo constante de entidades que acuden al Banco, es siempre posible encontrar en sus instalaciones manos dispuestas a atender las crecientes necesidades.
Como conclusión, un ribete que permite comprender lo que es la verdadera importancia de la entrega y la solidaridad, cualidades que en el Banco no se ponderan en báscula, pues se miden todos los aportes como idénticos: "Hay familias que todos los meses vienen con sus kilos, diez, ocho, a traerlos ellos aquí. El valor es exactamente igual: el que una empresa done veinte pallets de un producto, que la señora que viene con dos kilos de arroz".

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