Según los datos de Cabitel, filial de Telefónica, en la ciudad de Ourense hay alrededor de una treintena de aparatos
Forman parte del mobiliario urbano, pero han quedado reducidas a un mero soporte para gamberros o anunciantes y, a partir del 1 de enero de 2019, podrán ya desaparecer definitivamente del paisaje de las calles. Se trata de las cabinas telefónicas, imprescindibles hace años para mucha gente, pero que con la expansión de los móviles tienen un uso prácticamente residual.
Según los datos de Cabitel, filial de Telefónica, en la ciudad de Ourense hay alrededor de una treintena de cabinas telefónicas. "El servicio no es rentable, tanto por el mantenimiento como por el vandalismo", aseguraban hace unos meses fuentes de la empresa.
Aunque su pervivencia sigue siendo por ahora una cuestión obligada (se prorrogó la gestión de Telefónica al quedar desierto el concurso) por una legislación que el Gobierno de España, eso está a punto de cambiar.
Desde hace unos días y hasta el 24 de mayo, el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital tiene en fase de consulta pública la modificación del Real Decreto 424/2005, que recoge que el servicio universal comprende cuatro prestaciones. Estas son: garantía de acceso a una conexión a la red telefónica fija para acceder a Internet, la ganratía de prestaciones específicas para personas con discapacidad, una guía telefónica en la que figuren todos los abonados y la existencia de una oferta suficiente de teléfonos públicos de pago.
Son los dos últimos conceptos, los que el Gobierno se plantea ahora modificar, "al constatarse que van cayendo en un progresivo desuso".
Mientras en el caso de las guías el Gobierno apunta que se trata de un servicio con demanda de empresas que garantiza su edición y distribución, en lo que respecta a las cabinas, el fin con el que nacieron está cubierto con "los servicios de telefonía y datos móviles".
