HEMEROTECA

“Chancas” y “Carracuca” plantan cara a los melenudos

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n n n (1) Dos singulares personajes de los años setenta visitaban nuestra redacción tal día como hoy de hace 50 años para relatar a los periodistas que por allí andaban que habían iniciado una cruzada contra las melenas que lucen algunos hombres. Así daba cuenta el artículo publicado por La Región sobre esta efeméride.

Al fin adoptaron una decisión heroica: Cortarse el pelo al cero. No, no pretenden emular a Yul Brinner. Lisa y sencillamente se han decidido a iniciar una campaña contra los melenudos. Son "Chancas" y "Carracuca". Se llegaron a nuestra redacción. Entraron en actitud legionaria. "Estamos dispostos -dijeron- a finar cos melenudos".

Y nos lo dijeron en un tono completamente serio, decidido, responsable. Ya los conocen ustedes. Son los mozos de exterior de la Estación-Empalme. Entre los dos suman nueve hijos ("Chancas" tiene menos, porque dice que se pasa la vida en el tren, y "Carracuca" tiene algo más de tiempo libre)

Han dado ya el ejemplo. Con una máquina de "alta montaña" que subió por las encrespadas cumbres de sus cabezas, "arrollaron" todo cuanto pelo se hallaba a su paso. Quedaron "pelaos". No se produjeron abolladuras en la máquina, lo cual parecía imposible.

"Eisí estamos máis frescos", aseguraba "Chancas". (Y no lo ponemos en duda).

Además, ganaron una merienda ofrecida por don Manuel Taboadela (constructor) y por don José Llamas, de la ferretería.

Tan ilusionados estaban con su nuevo corte de pelo que abandonaron en un momento de vacío el trabajo de la Estación y posaron ante nuestro fotógrafo Reza.

"Eso dos melenudos é un asco", afirmaron ambos a dos. Eran las siete y diez. Tenían que marcharse para atender el TER. Algunos clientes (y los tienen en gran número por su probidad profesional) decían: "¿Dónde están 'Chancas' y 'Carracuca' que no se les ve hoy el pelo?".

Pero todo será cuestión de acostumbrarse a verlos así tan "pelaos". Una noble lucha contra los melenudos. Esperemos a que el gremio de peluqueros les dedique el homenaje merecido. Por lo menos un corte grato durante una larga temporada. 

(Crónica de 1970)

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