En 1926, don Ramón Otero Pedrayo se convertía en un pionero al publicar la primera “Guía de Galicia”, que le encarga la editorial Espasa Calpe. En ella vuelca don Ramón su tremenda sabiduría de geógrafo, paisajista e historiador y su sensibilidad por los detalles de la vida cotidiana de los gallegos, con agudos comentarios críticos cuando algo no le gusta.
La entrada a Ourense –“ciudad poco interesante durante el XIX”, escribe– la hace don Ramón en tren (el medio de locomoción más usado en esos años) que viene de Monforte. En 75 páginas anima al turista a conocer una ciudad de 10.600 habitantes: su Catedral, a la que dedica ocho páginas, las principales iglesias, además del Museo Arqueológico y el Puente Viejo, del que advierte que “no hay fundamento histórico para llamarlo romano”. El autor demuestra su sensibilidad al llamar la atención del hermoso empedrado de las calles orensanas (tan maltratado y destruido en los últimos años) y se lamenta ya entonces de que esté siendo sustituido por adoquines.
La información de tipo práctico para el turista se limita a dar la lista de los hoteles de cierta categoría, disponibles en la ciudad: Roma, Miño y Barcelonesa. Abundan las fotos de paisajes de la provincia y de calles de la ciudad.
Escribe don Ramón: “Orense, ciudad de contrastes y de aglomerado vecindario, debe su constante comunicación con el campo a su carácter de importante centro comercial y, sobre todo, a la espontánea gentileza de sus habitantes, un aspecto alegre y simpático en alto grado. En los días de mercado, a las horas de llegada y salida de los autobuses, al atardecer, las viejas rúas y las calles modernas, adornadas por un rico comercio, se animan extraordinariamente. El empedrado de grandes losas es uno de los factores comerciales del aspecto de Orense, va siendo reemplazado por los adoquines en las calles modernas”.
CARBALLIÑO, UN PUEBLO SUIZO
Sobre Carballíño escribe Otero: “La villa, moderna y bien cuidada, parece un pueblo suizo por su hermoso caserío, sus galerías, su tipo urbano claro y cordial, exento de la pobreza presuntuosa de muchos pueblos modernos. Carballiño celebra ferias concurridísimas el 16 y el último día de cada mes… es un excelente lugar de veraneo. Tiene un buen balneario y manantial de aguas contra las enfermedades estomacales y hepáticas, y fácil comunicación con Orense y con la estación de ferrocarril de Barbantes”.