Viajes por Ourense: 1926 y 1903

Una ciudad de aspecto alegre y simpático

Imagen de la Alameda incluida en la guía de 1926.
photo_camera Imagen de la Alameda incluida en la guía de 1926.

En 1926, don Ramón Otero Pedrayo se convertía en un pionero al publicar la primera “Guía de Galicia”, que le encarga la editorial Espasa Calpe. En ella vuelca don Ramón su tremenda sabiduría de geógrafo, paisajista e historiador y su sensibilidad por los detalles de la vida cotidiana de los gallegos, con agudos comentarios críticos cuando algo no le gusta.

La entrada a Ourense –“ciudad poco interesante durante el XIX”, escribe– la hace don Ramón en tren (el medio de locomoción más usado en esos años) que viene de Monforte. En 75 páginas anima al turista a conocer una ciudad de 10.600 habitantes: su Catedral, a la que dedica ocho páginas, las principales iglesias, además del Museo Arqueológico y el Puente Viejo, del que advierte que “no hay fundamento histórico para llamarlo romano”. El autor demuestra su sensibilidad al llamar la atención del hermoso empedrado de las calles orensanas (tan maltratado y destruido en los últimos años) y se lamenta ya entonces de que esté siendo sustituido por adoquines. 

La información de tipo práctico para el turista se limita a dar la lista de los hoteles de cierta categoría, disponibles en la ciudad: Roma, Miño y Barcelonesa. Abundan las fotos de paisajes de la provincia y de calles de la ciudad. 

Escribe don Ramón: “Orense, ciudad de contrastes y de aglomerado vecindario, debe su constante comunicación con el campo a su carácter de importante centro comercial y, sobre todo, a la espontánea gentileza de sus habitantes, un aspecto alegre y simpático en alto grado. En los días de mercado, a las horas de llegada y salida de los autobuses, al atardecer, las viejas rúas y las calles modernas, adornadas por un rico comercio, se animan extraordinariamente. El empedrado de grandes losas es uno de los factores comerciales del aspecto de Orense, va siendo reemplazado por los adoquines en las calles modernas”.



CARBALLIÑO, UN PUEBLO SUIZO
Sobre Carballíño escribe Otero: “La villa, moderna y bien cuidada, parece un pueblo suizo por su hermoso caserío, sus galerías, su tipo urbano claro y cordial, exento de la pobreza presuntuosa de muchos pueblos modernos. Carballiño celebra ferias concurridísimas el 16 y el último día de cada mes… es un excelente lugar de veraneo. Tiene un buen balneario y manantial de aguas contra las enfermedades estomacales y hepáticas, y fácil comunicación con Orense y con la estación de ferrocarril de Barbantes”.

Una guía fría y poco trabajada
La  titulada “Guía de Orense”, publicada en 1903 y que firmaba don Luis Madriñán Magíd, director del Colegio León XIII, resulta un tanto aburrida. Yo diría que es una guía hecha deprisa y corriendo, sin demasiado trabajo ni interés, con la frialdad impropia de don Luis, un hombre que conocía bien la ciudad y su vida social. Para empezar, encarga a la reconocida autoridad intelectual de don Benito Fernández Alonso 44 páginas en las que explica la historia de la ciudad desde sus orígenes, lo que no resulta lectura muy atractiva. Publica además los nombres de todos los cargos públicos locales del momento,  los horarios de trenes a Vigo y Monforte, el del bus diario a Santiago a las 5 de la mañana y un pequeño comentario sobre  las villas de la provincia. Al final, el autor confiesa que tuvo que reducir información para que la guía  pudiera venderse al precio de 30 céntimos.  Añade las fotos de algunos personajes locales de la época y una panorámica de la ciudad de muy mala calidad. Lo que la hace más interesante como documento histórico es la publicidad local  formada por once  tiendas y profesionales.
 

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