Una ciudad que se cae a pedazos

Ourense tiene cinco puntos precintados por la caída de cascotes de fachadas en mal estado, lo que obliga a delimitar esas zonas. Más allá de afear las calles con vallas y cintas, éstas son una prueba del deterioro urbano y del riesgo para los transeúntes

Hay edificios en la ciudad que se encuentran en estado crítico: las fachadas son  débiles y añosas. Solo en las últimas semanas cayeron partes de cinco inmuebles diferentes. Así, cada día el riesgo aumenta de forma paralela al mal estado de los edificios. 

El primero en dar problemas fue el edifico abandonado -y posteriormente okupado- del número tres en Juan de Austria. La caída de varios cascotes del tejado obligó a cerrar la calle de forma indefinida hasta ayer, cuando abrieron un pasillo junto a la Catedral. El 1 de octubre, un incendio deterioró más su estado y un mes después se produjeron los desprendimientos. Era un lugar frecuentado por okupas que, según los vecinos, accedían trepando a través de las ventanas del inmueble.  

Lo que la Policía Local  no tuvo en cuenta fue el cerco que le echó a la paragüería Benito, en medio de la calle. Estuvieron dos semanas sin poder abrir al público “en contra de su voluntad”. 

En Hernán Cortés con la calle Bailén otro edificio okupado y posteriormente incendiado motivaba a cortar la intersección. Actualmente, las vallas siguen puestas pero amontonadas en las esquinas para el tráfico de peatones. 

El miércoles los Bomberos de Ourense y la Policía Local fueron a Antonio Puga porque se había despegado la pintura y varios restos de cemento del número 2. Los cascotes se precipitaron sobre la acera, que tuvo que ser precintada. No es la primera vez que se producen desprendimientos de este edificio: la esquina presenta varias roturas de antaño pero ninguna rehabilitación.

En la calle Doctor Fleming permanecen desde hace días algunos ladrillos del edificio superior acumulados  en el suelo. Un precinto con la inscripción de la Policía Local bordea toda la zona y obliga a cruzar para transitar la calle. Otro  caso habitual de caídas de cascotes es el que se repite en la plaza de Bispo Cesáreo. Una cinta atada a los árboles, algo que no gustó a los vecinos de la asociación O Cimborrio, impide acercarse al inmueble abandonado.

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