Hacía tiempo que no coincidían tantas movilizaciones laborales juntas, todas ellas con el denominador común de que los trabajadores quieren cobrar más. La huelga de autobuses, por ejemplo, quedó aplazada al pactar incrementos retributivos en las nóminas. También los trabajadores de la administración de Justicia siguen sin ir a sus puestos esperando cobrar algo más.
Por otra parte, los médicos, que suspendieron las movilizaciones en cuanto tuvieron constancia de que iban a tener más dinero a final de mes, se quejan ahora de que la sobrecarga asistencial se mantiene, por lo que creen que es insuficiente el que se hubiese llegado a un acuerdo monetario.
Está claro que la inflación de los últimos meses ha supuesto una pérdida muy importante del poder adquisitivo de los trabajadores y que estos tienen derecho a que se le restituya mediante un equilibrio en la nómina.
Conviene tener esto muy claro y reconocer que son los incrementos los motores de las huelgas y no la eventual sensibilidad de los colectivos que quieren más y mejores medios para trabajar.