El histórico edificio del antiguo Hotel Miño, en la confluencia del Paseo y Cardenal Quiroga, lleva años dando síntomas de agotamiento y en las últimas horas se ha agravado su estado al desprenderse la corona del templete del inmueble, obra del arquitecto Daniel Vázquez Gulías, que ha firmado construcciones de relieve por la ciudad.
Es un caso más del deterioro del patrimonio construido por el envejecimiento y el abandono. En este caso concreto se había proyectado una rehabilitación del edificio pero todo quedó en intenciones. No es sencillo, mucho menos barato, intervenir en estas edificaciones, pero debe hacerse con urgencia.
Decenas de ciudades respetan su patrimonio porque se respetan a sí mismas. La iniciativa pública y privada trabajan en la misma dirección y se salvan de la piqueta nobles construcciones, que son las que dan personalidad a una urbe.
En Ourense basta darse una vuelta por la calle Progreso, incluyendo la vieja cárcel, y adentrarnos en el casco histórico para ver el estado en el que se encuentra. A veces da la sensación de que si en Ourense cayese la catedral no pasaría nada. O pasaría muy poco, sospecho. Siempre se podrían construir en su lugar unos chalés adosados, pensarían algunos.
