A falta de pocos días para la constitución del Concello de Ourense aún sigue la incógnita sobre qué posibilidades de gobierno hay, pero los deberes no esperan por los pactos y los apaños. Hay asuntos cruciales que requieren una toma de decisiones estratégica, como la aprobación del plan de urbanismo, la recuperación del casco histórico, las obras de la plaza de abastos o los contratos del autobús y otros servicios básicos, que siguen en precario y sin un plan a la vista.
Cuando esta ciudad se despierte del bono de los cien euros, las orquestas de postín y las rampas de la calle Concordia va a saber lo bien que le va a ir. Cuando se percate de que el progreso de la ciudad no está en el bacheo de una calle sino en la visión de conjunto de la ciudad como unidad social y administrativa estratégica se va a dar una bofetada de aúpa.
Verá la ciudad si apuesta por mantener la situación actual o dar un giro. Pero estas cuestiones las tienen que interpretar nuestros representantes, los partidos votados en las elecciones municipales del 28 de mayo, pero de momento están en que qué hay de lo mío.
Primero lo de ellos, luego el resto, como ha sido siempre en política.
