Creen que la presión policial en As Mercedes es una medida unilateral que sólo conseguirá reubicarlo

Colectivos juveniles abogan por crear grupos de trabajo para buscar soluciones al botellón

Los jóvenes se muestran autocríticos en cuanto al botellón.
Soluciones que no partan del mundo adulto o unilaterales -como el control instaurado en la Praza das Mercedes hace una semana- son rechazadas de plano por los jóvenes que protagonizan los botellones en plazas y parques públicos de la ciudad. Defienden este espacio de convivencia y relación entre iguales pero son conscientes de que hay que reflexionar para evitar una confrontación social. Asociaciones juveniles consultadas claman por propuestas de consenso en las que ellas también tengan protagonismo.
Los jóvenes, los verdaderos protagonistas del botellón, esos adultos sin autocensuras de los que hablan los sociólogos, sí se muestran autocríticos. Asociaciones juveniles consultadas por este diario abogan por el diálogo porque creen que la solución no pasa por la prohibición sino por el consenso social en el que ellos también aporten remedios. Enseñar (a beber, claro); regular (con una normativa); controlar (la bebida adulterada y a los vándalos); estudiar (lugares donde las molestias sean mínimas), encauzar... son algunos de los verbos que resumen sus distintas propuestas para abordar el botellón. Y si en algo coinciden todas las voces juveniles es en la necesidad de reflexionar. Pero bajo ningún pretexto, prohibir.

Rodrigo González López (24 años), presidente de la asociación universitaria Opico (Organización Precursora de Iniciativas do Campus de Ourense), es partidario de vigilar, estudiar y regular, ‘pero no de cualquier forma’. Según su opinión, un estudio de impacto acústico en las zonas en la que está implantado el botellón determinaría el nivel de molestias de cara a su posible traslado a otras zonas. También habla de una especie de ‘proyecto piloto’ como primer paso a una ordenanza municipal en el que establecer una serie de horarios, delimitar zonas y hasta multas (en caso de incumplimiento) para ver qué ocurre. Él, como tantos otros jóvenes, defiende la filosofía de esas concentraciones en torno a la bebida: ‘Es una fórmula de convivencia, una actividad lúdica y, además, es una manera de saber lo que estás bebiendo.

Una de las mayores agrupaciones juveniles de Ourense, Amencer, está inmersa en un grupo de trabajo a nivel gallego en el que desde hace tres meses se reflexiona sobre el botellón. El gerente Xulio César Iglesias (48 años) habla de encauzar. Es decir, sobre la base del diálogo con los jóvenes, escuchando sus distintas sensibilidades, abordar soluciones pero que ‘no partan del mundo adulto’. Para él, esta macrorreflexión podría estar perfectamente capitaneada por un colectivo en el que tienen cabida muchas sensibilidades juveniles, la Casa da Xuventude.

Huyendo de parches

Para Iglesias las soluciones deben ser consensuadas para que no sean simples parches. El plan antibotellón de la Policía Local -iniciado el pasado fin de semana en As Mercedes- sólo conseguirá -según abunda- en que se traslade de ubicación. ‘Es una solución unilateral, que no se integra por parte de los jóvenes’, añade. Porque, según su experiencia, ‘criminalizar es una error y las soluciones represoras no están consiguiendo nada’.

Y en esa reflexión en voz alta hay quienes cargan las tintas en las causas que desencadenan el botellón. El precio excesivo de las copas en los bares (hasta seis euros), la falta de control sanitario de la bebida para evitar la adulteración y la necesidad de estar entre iguales son algunas de las que apunta José Antonio Pérez (31 años), responsable de Syme, prestadora de servicios a la juventud en el ámbito universitario. ‘Inspecciones sanitarias de las bebidas que se sirven en los locales, como se hace, por ejemplo, en Toledo, la vigilancia policial para evitar los destrozos y enseñar a beber’, son las principales claves.

Una utopía

Mientras los políticos, de uno y otro signo, abogan por no prohibir el botellón, sino por regularlo desde una ordenanza municipal o normativa superior, los vecinos son más tajantes. ‘No soy partidaria del botellón porque es como si estuviéramos dando permiso a gente cada vez más joven para beber’, dice la secretaria de Federación Limiar, Mercedes Rodríguez. Ahora bien, reconoce la utopía porque ‘los políticos no quieren ni pueden prohibirlo’.

Desde un punto de vista de salud pública, la concejala de Sanidad de Ourense, Marga Martín, defiende las campañas sensibilización sobre al alcohol y por una normativa pero a nivel autonómico (la actual Ley de Drogas, que prohíbe el botellón, está ahora en estudio).



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