"¿Usted estaba en la cola? ¿Ha salido ya una persona?", preguntaba en la mañana de este viernes una cajera de uno de los supermercados del barrio de O Couto. A lo que una compañera de otra caja le señalaba: "Le dije yo que pasara, que ya había salido alguien". Y la cliente respondía: "Yo no me he colado, ¡eh!". Una escena que a lo largo de la jornada de este viernes, y con colas repartidas por todos los establecimientos de alimentación de la ciudad y de la provincia, se repetía con mayor o menor roce verbal por los cuatro puntos cardinales de la geografía ourensana.
En puntos como la calle Ervedelo, las colas -y el afán de los clientes por guardar la mayor distancia posible con el siguiente- eran tan largas que se pegaban unas con otras, como la del Gadis de este vial y una frutería cercana. Hasta el punto que un recién llegado no pudo por menos que preguntar: "¿Es aquí la cola del supermercado o de la fruta?"
Unas ristras de gente de las que no se libró ningún establecimiento, como certifican los guardias de súpermercados como el Mercadona de avenida de Santiago o el Gadis de la calle Río Arnoia. "No ha parado en todo el día, ahora -cuando el reloj daba las 13,30 horas- es el único momento que ha remitido; el pico de gente fue en torno a las 11,30", señalan.
Jorge Álvarez, director de Carrefour Ourense, reconoce que "hubo bastante cola a media mañana; ahora -mediodía de este viernes- solo en las cajas porque se guardan las distancias de seguridad establecidas.
Franly Nava acaba de salir del supermercado Gadis del barrio de O Couto, después de haber tenido que esperar su preceptiva cola para poder acceder al establecimiento. "Tranquilamente estaría como 10 minutos esperando para entrar, aunque entré por la parte de arriba, porque están entrando alternativamente. Esto es una locura, como lo fue el viernes pasado", explica, y añade: "Aquí llega el fin de semana y se hunde el mundo".
Relata que la gente estaba nerviosa: "Una señora decía que cómo tanto tiempo en una cola... y le contestaba el chico que estaba controlando el paso: 'Cómprese un jamón". Y añade: "Ahora mismo en la frutería, que están las cosas pegadas unas a otras, notabas unas miradas… la gente tiene miedo". Y concluye: "De momento, yo no he tenido problemas para comprar lo que necesito".
Borja Rodríguez es un emprendedor que acaba de tener que echar el cierre temporal a su iniciativa empresarial. Entiende que las colas para entrar en el supermercado son "algo novedoso", pero considera que "necesario” y que van "bastante rápido". Mónica Prieto, que ocupa espacio también en esta misma cola, subraya que se lleva con tranquilidad "porque no hay prisa". Y Borja tercia: "En parte esto del supermercado es una excusa para poder salir un poco".
Ana González regenta la pescadería Pepita, al principio de avenida de Santiago. "La verdad es que la gente fue bastante formal, muchos llamaron por teléfono y después vinieron a recoger sin más". Sí notaron un descenso "en la gente de los pueblos que venía a comprar, al reducirse los autobuses y no poder acercarse el matrimonio, porque no pueden ir dos en el coche... También hay muchos que antes recorrían varios locales y ahora hacen toda la compra en el súper, como no se puede andar mucho por la calle".
En la Plaza de Abastos, la nota ha sido "la normalidad", según confirmaba su gerente, Alberto González, que subrayaba que la iniciativa de "nuestro servicio a domicilio ha sido muy bien recibida y mucha gente la está usando, bien para pedir o encargar y recoger aquí".
