Cuando las secuelas no se van

Hace mañana un año del primer positivo de covid en la provincia y. a partir de ahí, la cifra no paró de crecer. Muchos se quedaron por el camino, pero otros vencieron la primera batalla contra el virus. Los primeros en infectarse aún luchan hoy contra las secuelas que dejó en sus cuerpos. Recuperar la normalidad, una tarea pendiente por la que se siguen esforzando cada día con la energía de una segunda oportunidad que le ha ofrecido la vida. Ángeles Puga, vecina de Figueiredo (Paderne), pasó 42 días en UCI después de infectarse de covid en marzo del año pasado. De su estancia no recuerda nada, hasta que despertó viéndose llena de cables y intubada. "Non me sentía coma unha persoa e si coma un robot", expresa. Subir escalares o hacer una cama continúan siendo tareas que le cuestan, al contrario que antes del contagio. "Un ano despois e aínda arrastamos moitas cousas", destaca. A sus 72 años volvió a nacer y celebra cada minuto de esta nueva oportunidad: "Temos que dar gracias a Deus". En O Ribeiro, Antonio Rodríguez también tuvo que librar una dura batalla que se traduce en 44 días en la UCI. A finales de marzo ingresó y hasta mayo no llegó a recuperar la consciencia. "Tuve la suerte de salir de ellos, pero aún sigo recuperándome", reconoce. Por el momento, este vecino de Ribadavia no pudo reincorporarse a su puesto de trabajo y está de baja desde el pasado año. "Perdí muchos kilos y aún voy a consultas de especialistas para poder recuperarme", cuenta. Su regreso con los vivos, después de la sedación, solo lo recuerda como un momento de "nerviosismo" entre numerosas máquinas. Un momento para olvidar Antonio Santos también se las tuvo que ver con el covid, al que venció tras "dous meses e oito días" de lucha. Pese a que físicamente aún no se recuperó del todo, este vecino de Torán (Taboadela) no para y la finca se convierte en su mejor terapia. Con 78 años pasó por la UCI y fue capaz de dejarla atrás, pero no es un grato recuerdo. "Prefiro non acordarme de todo o que pasei. É mellor esquecelo", asegura. Cada día trabaja en su recuperación para ponerse "en marcha". Ángeles Puga: “Estou viva, pero non me encontro realmente ben" El 25 de marzo Ángeles Puga entró en el hospital con la incerteza de qué pasaría. 42 día en UCI y unos pocos más en planta estuvo allí tratando de recuperarse. Pero volver a casa no supuso que estuviese al 100%. "Isto non pasa porque volvamos para casa. foi algo moi duro", reonoce. Las secuelas aún le impiden hacer vida normal y es que, en su estancia hospitalaria, precisó de una traqueotomía, entubación y muchos cuidados más. "Estou viva, pero non me encontro realmente ben", afirma. El dolor articular y los problemas respiratorios forman parte de esas dificultades diarias a consecuencia de la infección. Las propias mascarilla, necesarias para protegerse, suponen un obstáculo más. "É moi duro e só o sabemos os que o pasamos", resalta. Pese a todo, sigue peleando contra ese rastro que el virus dejó en su cuerpo. Antonio Santos: “Para saír do hospital tiven que aprender a camiñar de novo" A la vida se aferró con todas sus fuerzas Antonio Santos cuando, en marzo del año pasado, tuvo que pasar por el hospital por culpa del covid. Todos estos meses después sus secuelas aún están presentes y dificultan algunas rutinas. "Totalmente non estou recuperado, pero xa vou funcionando só cada vez máis", cuenta. Antes de abandonar el hospital se sometió a rehabilitación. La estancia en una cama de UCI causó estragos en su movilidad. "Aprendín a camiñar de novo para saír. Aínda hoxe teño que ir a rehabilitación para mellorar", explica. A fuerza de empeño la recuperó poco a poco. Para aquellos que no se toman en serio las medidas de prevención, necesarias para frenar a este virus, tiene un mensaje claro: "Isto non é unha broma, hai que controlalo porque pode pasar calquera cousa". Antonio Rodríguez: “Como dice Sabina, ¿quién me robó el mes de abril?" A finales de marzo también ingresó Antonio Rodríguez. La infección por covid se complicó y la UCI fue su siguiente destino. Allí dentro, sedado, pasó los días sin percatarse de nada. "Como dice la canción de Sabina, ¿Quién me robó el mes de abril? No sé nada de él porque no he estado para vivirlo", cuenta. Un año después de todo aquello lidia aún con las consecuencias. Visitas al neumólogo, al reumatólogo, al internista... Muchos especialistas que vigilan su evolución. "Es un proceso lento de recuperación, con una inflamación pulmonar crónica que no sabemos si desaparecerá", afirma. En el hospital, reconoce que "te salvan la vida", pero en la vuelta a casa toca "evolucionar y avanzar" por un largo camino. "Esto no es ninguna broma y, por desgracia, muchos ya no lo pueden contar", lamenta.