El debut del alambrista de circo, Aarón, en Ourense

Tiene solo 16 años y preparó su estreno en el alambre del circo en solo tres meses. Viene de la saga de los Lichner, pero actúa con los Zavatta como el artista más joven de la compañía Inimitable, instalada en Expourense estas navidades

Antes de una función, el circo muestra su cara más dura, sin luces ni aplausos entregados: Aarón, que solo tiene 16 años, ensaya su debut como alambrista con la disciplina y el sacrificio que le enseñó su padre, Peter Lichner, de la saga circense de los Lichner. El veterano, que ya no actúa, sujeta el arnés -loncha en el argot del circo- que protege a su hijo alambrista mientras practica el número de la bici, el de la silla y el de la barra en altura sobre un alambre casi invisible. Es el artista más joven del Circo Inimitable, el de la sexta generación de los Zavatta, que llegaron desde Italia a España hace 22 años y que estas navidades se instalan en Expourense con un musical en el que los elfos buscan a Papá Noel y, en su trayectoria, se encuentran con las disciplinas más antiguas del circo.

Aarón Lichner es alemán por su padre y brasileño por su madre, Patricia de la Cruz, que contempla el ensayo, orgullosa, desde una butaca de la carpa. “Como tiene la loncha, no me da tanto miedo”, dice la mujer que, a pesar de no dedicarse al circo, conoce a la perfección el mundo en el que han decidido crecer los suyos.

“Al circo llevo dedicado toda mi vida. Pero el alambre llevaba ensayándolo solo un año. Le di fuerte porque era lo que quería hacer y saqué el número en dos o tres meses”, explica el joven alambrista. Lo secunda Kelly, la sexta generación de los Zavatta, aún sorprendida por la rapidez con la que el debutante preparó su show. “Es el más joven de los artistas, es muy bueno. Ha preparado su número muy rápido”, dice la joven de 26 años, que junto a sus hermanos siempre tuvo claro que el circo sería su destino. Ella también tiene un show en solitario: el de la chica láser. Aunque, admite, el que más aplaude el público es el que hace con su familia. También es el más peligroso. Los motoristas del infierno. “¿Algún susto? Siempre hay cuando trabajas en directo. Mi padre salió una vez volando de la moto”, explica con naturalidad.

Tanto Kelly, de los Zavatta, como Aarón, de los Lichner, han crecido en el circo sin otro deseo diferente a seguir en él. “La gente que lo ve desde fuera puede verlo como algo extraño, que nunca haría. Pero nosotros estamos acostumbrados desde pequeños. Y no nos gustaría acostumbrarnos a otro tipo de vida. Nos gusta conocer sitios una vez por semana”, explica Kelly.

Buena prueba de que el circo es una vida sobre ruedas es el DNI de cada uno de los Zavatta. A la madre de Kelly, el parto la pilló en Barcelona. El resto de hermanos nacieron en Vigo y en Albacete. “El circo es así, donde te pille”, sonríe Kelly, que ni recuerda de qué localidad italiana es su progenitora.

Aarón hace un descanso y charla con sus padres, que han venido a verlo por Nochebuena desde Toledo. “Es mi debut y me preparo mentalmente, intento estar concentrado y me centro solo en lo que hago”, cuenta el joven, que presume de que toda su familia está vinculada al circo y ahora le toca a él. Lleva ensayando los trucos buena parte de la mañana y la función no será hasta las seis. Como la ocasión lo merece, se cambia y viste el traje blanco del show para el reportaje y para retratarse en medio de la carpa con sus orgullosos padres. Aunque está cansado, enseña más números a la cámara para salir en el periódico.

A las seis de la tarde, el show es de Aarón. Las luces del Zavatta se iluminan y el joven es el centro de atención de pequeños y mayores, asombrados por sus grandes saltos o su equilibro en la bici sobre el alambre.  Aarón no deja de sonreir pese al esfuerzo de los trucos. Peter Lichner, que dejó el circo hace un tiempo, permanece ahora en ese segundo plano oscuro pero necesario. Sujeta en una esquina la loncha a su hijo, que se mantiene seguro sobre el alambre. Los tiempos del circo han cambiado: hay seguridad y ya no hay animales, pero la esencia es la misma. Divertir. Con sus sombras primero y con sus luces cuando llega el público.

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