Una policía sospechó que la denunciante tenía problemas el 8 de enero porque en una comunicación telefónica por la orden de protección con respecto a su expareja le anunció que estaba "con Javier, el de los Madriles" y que cambiaba de domicilio. A continuación, el propio Javier le arrebató el teléfono y se encargó de dar las explicaciones. "No hace falta que la llaméis más porque la protejo yo". Posteriormente, nunca más cogió el teléfono pese a que, según dijeron los agentes que testificaron, fueron a la calle Dalia en varias ocasiones, en horario de mañana, tarde y noche, para comprobar si estaba bien.
La madre de la víctima, que recibía llamadas desde un número oculto y mensajes demasiado extensos en los que su hija explicaba que estaba bien, presentó denuncia policial por desaparición el 19 tras ver una foto con el pelo corto. Ahí, tuvo la impresión que algo malo pasaba.
Fue entonces cuando la policía intensificó sus visitas a la calle Dalia hasta que el día 26 se fraguó una entrega de la víctima en la comisaría a través de la madre del clan, siete días después de la denuncia.
