A Tribuna

Museo Municipal: desaparece otro centro cultural en la ciudad

Fachada del que hasta hace unos días era el Museo Municipal, en la rúa Lepanto (JOSÉ PAZ).
photo_camera Fachada del que hasta hace unos días era el Museo Municipal, en la rúa Lepanto (JOSÉ PAZ).
El Museo Municipal fue creado con tal nombre por acuerdo pleno corporativo de 10 de julio de 1973

Por si no nos llegara de sobra con el bochornoso caso del Museo Arqueolóxico Provincial, ahora nos dan la sorprendente noticia del cierre del Museo Municipal. La justificación que da su promotor es que allí se va a hacer un Museo do Entroido, en clara competencia con el que existe ya, con más razón y lógica, en Xinzo.

Otra información privada que hemos recibido nos dice que en realidad solo quieren el edificio para despachos de sus concejales y asesores. Más absurdo todavía, porque en su día, hasta la Policía y el Archivo Municipal tuvieron que salir de los insalubres bajos que ocupaban, también para dotar de despachos a sus señorías.

Yo creo que después de enterarnos una vez más de esta ridícula y nefasta gestión, ya es hora de rebelarnos contra estas caprichosas, descabelladas y costosas decisiones, que además desprestigian a nuestra ciudad, y poco a poco la van situando en la cola de todo natural progreso. Si se recapacita un poco, se verá que las ciudades más dinámicas y adelantadas tuvieron o tienen grandes alcaldes, Por desgracia, no es nuestro caso, y así, por la tiranía que imponen en Ourense los partidos políticos contendientes, dotados con gente más capaz, tenemos que aguantar la mediocridad que hay.

Yo, por mi parte, procuraré valorar en su justa medida el complejo histórico cultural que tuve el honor de dirigir, y que ahora se pretende cerrar para llevarlo a otro lugar más céntrico, sí, pero también más desabrido.

Un documento nos informa de la familia que lo construyó y ocupó hace varios siglos y con ello la razón de ser de los escudos que luce su fachada. Así “el 22 de febrero de 1608, en Orense, Suero de Moure Villamarín, vecino de Chantada, por sí y en nombre de Isabel Enríquez de Moure, su mujer, de una parte, y Alonso Méndez Montoto, vecino de Orense, y su hijo Alonso Méndez apodado ‘el Mozo’, vecino de Orense, por cuanto se van a casar Alonso Méndez Montoto ‘el Mozo’ con doña María Enríquez Villamarín, hija de los primeros, dotan los contrayentes con 1.000 ducados en dinero. Alonso Méndez ‘el Viejo’ llama a su hijo por 1º sucesor en el vínculo y bienes, y les dota también las casas grandes sitas en la rúa da Obra, con su huerta y enxido de naranjos en que vivía su padre, Francisco Méndez, y según el otorgante la hizo de nuevo, que parte con casa de los herederos de Pedro Rodríguez de la Morera, (la de la derecha, la llamada Casa da Cadea, la más antigua y enxebre de la ciudad, que lamentablemente fue derribada) de una parte, y de la otra con casas de Francisco Sotelo de Cadórniga (la casa del otro lado, también blasonada), y por la trasera sale a la calle de la rúa de los Hornos, y con el privilegio de exención real a ellas concedidas”.

Tampoco es exacto que el Hospital de bubas, fundado y costeado en su día por D. Alonso, estuviese ubicado en este edificio, como han dicho algunos, sino en unas casas que se situaban en la misma calle pero en la margen de enfrente, como claramente indica la documentación existente.

Esta familia es la que también fundó y dotó la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, hereditaria y sin cura, que se hizo y reedificó toda ella de nuevo.

A finales del siglo XIX este edificio de los Méndez Montouto pasó a manos de la familia de los Bahamonde y, luego, a principios del siglo XX, fue colegio femenino de las señoritas de Hermida, una escuela de primaria privada dirigida por dos hermanas: Dña. Valentina y Dña. Amalia, hijas de un ingeniero de la Unión y el Fénix, en donde estudiaron muchas conocidas damas ourensanas. Más tarde, en su bajo creo que hubo una zapatería, y posteriormente, fue sede de la Academia Concepción Arenal o Padre Feijóo, pasando definitivamente a manos del Concello en 1972.

El Museo Municipal de Ourense fue creado con tal nombre por acuerdo pleno corporativo de 10 de julio de 1973, pero hasta 1979 no empezaron las obras de acondicionamiento de este edificio para Museo -aunque en la práctica nunca fue museo sino una muy digna y exitosa sala de exposiciones-, para lo que lamentablemente se decidió vaciar totalmente su interior, perdiéndose las solemnes escaleras de piedra, el antepatio con el tradicional y muy ourensano pavimento de cantos rodados haciendo dibujos, y otros elementos valiosos, como un fuste de columna situado en uno de los esquinales de la citada escalera, sin duda procedente del desaparecido lavatorium del claustro del Convento de San Francisco, de 1250.

Sólo logré recuperar en último término, cuando se lo llevaban a la escombrera, el dintel del antepatio grabado con el año en que se hizo el edificio, o sea 1598, que es el que luce en la sala del Museo.

Este se inauguró el 9 de mayo de 1987 por el presidente de la Xunta de Galicia, de aquellas Xerardo Fernández Albor, siendo alcalde de la ciudad Antonio Caride-Tabarés Castro, y siendo nombrado su primer director el que suscribe, el funcionario de carrera de Administración Local Juan Carlos Rivas Fernández, que estuvo en el cargo 17 años, hasta el año 2003, en el que se jubiló.

Se había inaugurado con una magnífica exposición del gran grabador ourensano Julio Prieto Nespereira (1896 – 1991), para lo cual tuve que desplazarme a Madrid, que era donde tenía almacenada la obra. De este singular artista se puede contar como anécdota en aquel día que, tras leer éste la lápida de bronce confeccionada por el Concello para el acto, y comprobar que todas las autoridades llevaban el tratamiento de excelencias y en cambio el suyo solo el de señor, muy incomodado me dijo que al día siguiente eliminara la tal placa, porque: “¡Ha de saber usted que yo tengo siete excelentísimos!”

El edificio está ubicado en la casa nº 6 de la rúa de Lepanto, antigua rúa da Obra, cerca de la puerta norte de la Catedral de San Martiño. Se trata de uno de los históricos e interesantes edificios nobles que conserva la ciudad vieja, cuyo recinto urbano fue declarado Conxunto Histórico-Artístico, según D. 2.505 / 12 / 9 / 1975, y luego Bien de Interés Cultural (BIC).

Vamos a referirnos a la heráldica que presenta su fachada. El blasón central pertenece a los Méndez, y los laterales se refieren a los entronques habidos con los Montoto y los Vilamarín.

El primero de la izquierda, el de los Montoto, apellido castellanizado pero evidentemente de origen gallego, de Mont-outo o Monte Outo (Monte Alto), es de contorno ovalado, cuartelado y timbrado con jefe mirando a la izquierda y con hojas de cardo; en el primer cuartel aparecen los siete jaqueles de azur en campo de sinople; el segundo tiene campo de oro, con un olivo deshojado en sinople; en el tercero hay un brazo armado con garrote en sinople, y todo en campo de gules, y en el cuarto, sobre campo de azur, un cisne de plata con corona condal de oro alrededor de su cuello, posado sobre un ramo de olivo. En campaña, ondas de azur en campo de plata. Esta rama de los Montoto es originaria, según el P. Crespo, de tierras de Quiroga (Lugo).

El blasón central pertenece a los Méndez y lleva también cimera con hojas de cardo; sobre el escusón central con campo de gules, lleva una cruz de plata de San Juan de Malta o, mejor, de Quiroga, y colocados en palo van dos portapaces de plata llenos de veros azules ondeados, y una orla de plata, sobre campo de plata; bordura de plata con ocho cabezas de águila en sable, cortadas y sangrantes, perfiladas de oro. Estos dos escudos descritos son idénticos a los que luce la fachada de la ermita-santuario de Nosa Sra. dos Remedios, y vienen detallados en la Carta Ejecutoria que de esta familia ourensana se conserva en el Arquivo Histórico Provincial de Ourense.

El tercer escudo es de la Casa de Vilamarín o Villamarín, por la unión de Alonso Méndez Montoto “el Mozo” con Dña. María Enríquez Villamarín, hija de Suero de Moure Villamarín, vecino de Chantada, y su mujer, Isabel Enríquez de Moure.

Es quizá uno de los más conocidos en la heráldica de estas tierras, y presenta bajo cimera a sinestra con hojas, dentro de un contorno ovalado similar al primero, se disponen en sotuer las cinco medias lunas de plata en cuarto creciente, con sus respectivos luceros de seis puntas de oro dentro, y todo ello en campo de gules.

Pero quizá lo más interesante sea la balconada de hierro de su fachada, obra de la época en que se remató este edificio, o sea el año 1598, según indica la fecha grabada en el antiguo dintel del antepatio que ya citamos, y que por sus características, técnica y otros detalles, permite dirigir las sospechas sobre su autoría, con grandes probabilidades, o sea al famoso artista rejero aragonés Juan Bautista Celma, que después de realizar las rejas de la catedral de Plasencia, precisamente estaba por esas fechas avecindado en Ourense, en donde pasa un cierto tiempo rematando las rejas de la Catedral, y atendiendo a la vez otros varios encargos menores.

En julio de 1589, el Cabildo de la Catedral de Ourense acuerda hacer contrato con Celma para que éste construya las rejas para el cierre del coro y de la capilla mayor, dándosele para ello un plazo de dos años, pero que no remataría hasta enero de 1597.

Hizo también aquí las rejas para las capillas del Rosario y de las Nieves, y también un retablo para la iglesia de Piñor, los diseños de las rejas de la capilla mayor y dos colaterales del monasterio de San Esteban de Ribas de Sil, obra que luego cedió al cerrajero Juan García. Luego en 1606, de vuelta de Plasencia, estará en Ourense otra temporada, esta vez para realizar las rejas de las capillas de San Lucas y del Santo Cristo. Como vemos, pudo tener tiempo sobrado para contratar con él Montouto estas rejas de la balconada de su casa. Poco más tarde, ya retirado, Celma volverá a Santiago en donde moriría en 1608.

Finalmente diré que este inmueble, funcionando como sala de exposiciones, tuvo, y tiene, una gran aceptación acogiendo a numerosísimos grandes artistas ourensanos y foráneos, con memorables exposiciones, además de otras de producción propia que muchos ourensanos todavía recuerdan, como la mejor exposición montada precisamente sobre el Entroido, con vitrinas de documentación histórica y todo.

En fin, señor alcalde, no se líe, porque lo lógico es que pervivan ambas salas, la del Paseo y ésta. ¡Cuantas más, mejor!

En otro artículo me referiré a la Casa da Cadea de al lado, a la derecha, absurdamente derribada en su día, pero que era sin duda el edificio histórico más antiguo y meritorio de Ourense. La describiré lo mejor posible, esperando que algún sensible mecenas la pueda recuperar.

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