Algunas de las reclamaciones ciudadanas son de lo más peculiares

De un diente roto a resbalar un día de lluvia

Un operario limpia pintadas en una zona verde. (Foto: Archivo)
Dice el dicho que la crisis agudiza el ingenio y lo cierto es que en algunas reclamaciones presentadas ante el Concello la imaginación-o la mala suerte vista con el prisma de la curiosidad- está a la orden del día.
Pedir una indemnización por romperse un diente contra una canasta de baloncesto requiere, salvo casos puntuales, presuponer que la causa del accidente es la propia canasta, aunque difícilmente ella abordará a ningún ciudadano con ánimo de golpearle en la cara. Reclamar dinero por resbalar en una Praza Maior mojada por la lluvia tampoco parece tener muchos visos de prosperar en una ciudad que cuenta con una media de 99 días lluviosos al año.

Aunque si algo causa furor en las reclamaciones curiosas son las gafas, ya que algunas parecen tener un imán para atraer objetos de lo más variopinto. Un clásico es ya el 'caramelazo' que convierte una plácida cabalgata de Reyes en un quebradero de cabeza por la rotura de las lentes. Mala suerte también tuvo el ciudadano que disfrutaba de un concierto de rock y no sólo no atinó a hacerse con la baqueta que el batería lanzó al público sino que, asegura, ésta impactó directamente sobre sus gafas.

Para que estas reclamaciones puedan prosperar en el Concello, se abre un expediente para comprobar la veracidad de los hechos, si existe una relación causa-efecto y si los daños se han producido por un anormal funcionamiento de los servicios públicos. Aunque muchas veces la caída de personas y objetos está causada por el mal estado de las instalaciones municipales o las vías públicas, no siempre sucede así y sólo cuando se demuestra que esa negligencia municipal ha sido la que provocó el daño se atienden las reclamaciones.


UN SETO DE QUITA Y PON

Ahora bien, la 'jeta' ciudadana se deja ver también en los daños o desperfectos que sufre el Concello. Perplejos se quedaron los agentes de la Policía Local que una noche se encontraron en los alrededores del Jardín de O Posío a dos hombres portando un seto con forma de delfín que se encontraba en la Praza Maior, en la entrada del Concello. Precisamente el trasiego que sufría este seto -no está claro si era objeto de deseo para adornar propiedades privadas o, simplemente, llamaba la atención por su forma-, llevó a la Concejalía de Medio Ambiente a decidir su traslado al vivero municipal, intentando así retirarlo del objetivo de los vándalos.

Y es que la atracción que generan las plantas es un hecho constatado. No sería la primera vez que los jardineros municipales contemplasen asombrados como un coche se detiene junto a la rotonda en la que están trabajando y su ocupante comienza a cargar las plantas en el maletero. La gente no deja de sorprender.

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