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Doctor “honoris causa” por la Universidad de Santiago

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Cuando Camilo José Cela camina hacia los sesenta y cinco años, dos universidades compiten por otorgarle el primer doctorado “honoris causa” en España.

Se trata de la Universidad de Palma de Mallorca y de la Universidad de Santiago de Compostela. Por escasas fechas –menos de una semana- se adelantará en el acto académico de investidura la Universidad de las Baleares. El acto se celebrará en Palma de Mallorca el 22 de enero de 1980 y el 28 de ese mismo mes en Santiago.

Al finalizar el primer trimestre de 1979 ve la luz el último número de la revista Papeles de Son Armadans, que Cela había creado en abril de 1956 y cuidado hasta convertirla en una de las más prestigioses revistas culturales de la España de la segunda mitad del siglo XX. Poco después se iniciaron por parte de la Universidad de Palma de Mallorca los trámites para investir doctores “honoris causa” a Joan Miró y CJC. Por diverses razones la ceremonia se dilató hasta enero de 1980, acto en el que el escritor gallego fue apadrinado por Bertomeu Barceló. Meses más tarde, en julio, Cela tomo posesión de la càtedra de “Literatura y Geografía Populares” de la Universidad de Palma.

Durante 1979 y 1980 Cela trabaja en varios proyectos de novela, del que solo cuajará Mazurca para dos muertos (1983). El primer proyecto, iniciado en la primavera del 79, tuvo una primicia pública de diez folios del manuscrito en el número 0 (enero-febrero de 1986) de la revista Los Cuadernos del Norte. Podría haberse titulado Amores con una mujer etíope o Amores con un efebo somalí o La taza de porcelana y el menúfar con un tatuaje en la garganta o La copa de finísimo cristal y el gladiolo con un tatuaje en cada nalga o Las púas de San Jerónimo o juguetes al viento o tal vez Las florecillas de Santa Gemma o el niño ahogado en un pozo sin brocal. Es un proyecto muy poco elaborado en el que Cela parece empeñado en demostrar lo anfibio del lenguaje y sus retóricas.

Más tarde debió comenzar una novela de materia histórica contemporánea y que algún periodista del momento anunció como la gran novela de la Transición. Se trata de Agonía, muerte y entierro de un general. A Pedro Rodríguez (en una entrevista en ABC del 16 de junio del 81) le decía a propósito del título: “Naturalmente, ése no es el tema sino el telón de fondo. Algo así como el San Camilo, pero con una visión de aquel decorado, aquella sociedad que, muerto Franco, no se movió ante el estupor de su muerte”. Y añadía: “He pasado ya de la mitad del trabajo, pero a mí es que me cuesta mucho escribir”. De momento no podemos dar mucha más información de este apasionante proyecto que nunca llegó a las prensas editoriales.

Al discurrir de los últimos días de octubre del 79 y mientras atiende a sus trabajos creativos, Cela recibe la noticia de que la Universidad de Santiago puede proponerle doctor “honoris causa”, junto a Álvaro Cunqueiro y al profesor Joseph M. Piel, un filólogo de la escuela de Meyer-Lubke, de gran prestigio por sus estudios de onomástica y toponimia en la Península Ibérica. El lunes 28 de enero del 80 se celebra la investidura en un acto que tuvo más sombras de las debidas. Así La Región llevaba a su primera página (29-I-1980): “Tormentosa investidura de Cela, Cunqueiro y Piel. Un grupo de estudiantes boicoteó el acto”, mientras El Correo Gallego abría con “Escándalo durante el acto académico. Cunqueiro, Cela y Piel, investidos doctores ‘honoris causa’ por Santiago. Un grupo de alborotadores interrumpió constantemente la ceremonia. Soltaron tres gallinas en el Paraninfo y lanzaron rollos de papel higiénico y huevos”. Cela, que quizás fue quien más sufrió la protesta, declaró con ironía, al terminar el acto: “No oí nada. No me dí cuenta. Debió ser poco consistente”. Su breve discurso mantuvo sus preferencias –en la línea de T.S. Eliot- por la Cultura frente a la Civilización, mientras insistía en varias ocasiones en “mi más sincera expresión de confesado gozo”.

Unos días después (10-II-1980), Torrente Ballester sentenciaba desde su habitual página en ABC: “La sociedad en la que se crían ciertos sujetos, en que acontecen ciertos sucesos, ¿merece de verdad, la atención, el amor, el cuidado, el sacrificio de los creadores de cultura? ¿No tienen suficiente, para mantenerse en forma, con los ases del fútbol y los lideres espontáneos? Es cosa de pensarlo”.

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