OURENSE NO TEMPO

Estamos en Navidad

Don Alfredo Romero y don Ramón Puga siempre andaban metidos en todos los saraos

Días de familia, días de felicidad, eso ha sido para mí la Navidad desde que tengo uso de razón (hay quien dice que “ainda non collin sentido”, pero…). No puedo olvidar que para muchas personas suponen también momentos de gran tristeza, o mejor dicho, de melancolía; pero recordar a los que no están no tiene que ser motivo de tristeza. Hoy no quiero liarme con disquisiciones filosóficas ni nada parecido, mi intención es únicamente enseñaros estas dos imágenes navideñas.

La primera imagen, no necesita mucha justificación, ya que la presencia de un rey mago y sus pajes (aunque la barba no sé yo; pero disimulemos) no permite mucho margen al error. La fotografía se obtuvo en las Navidades del 67 en el establecimiento de don Alfredo Romero (Lamas Carvajal esquina avenida de Pontevedra). Creo recordar que al lado de las escaleras era donde se instalaba el Trono Real, y si mi informante no se equivoca, el señor que aparece de perfil es el propio don Alfredo. En aquellos tiempos, al menos dos reyes venían a Ourense con antelación, para recoger las cartas de los infantes, uno era éste, y el otro se instalaba en Bazar Puga (actual Café Latino), las colas que se montaban para acercarse a ellos eran apoteósicas, y los rostros de los niños era también algo que según me dicen alegraba el espíritu más triste. Puedo aseguraros por experiencia personal, que es un recuerdo imborrable, ver a los enanos emocionados pensando que entregan la carta con sus peticiones a los mismísimos Reyes Magos, bueno en mi caso se trataba de un rollizo papá Noel, pero para el caso fue lo mismo.

Para terminar con esta foto navideña, quiero llamar vuestra atención sobre los cuellos de abrigo del "gafitas" y su guardaespaldas, os fijáis que ya en los sesenta se llevaban levantados, ¡después los modernillos presumen de originales, lo que son, es unos imitadores…!

Don Alfredo Romero y don Ramón Puga siempre andaban metidos en todos los saraos, y el navideño era uno de los que atraían su atención, no se puede negar que las fechas eran propicias para el negocio, pero creo que sería injusto no reconocer que muchos de sus esfuerzos buscaban hacer felices a los ourensanos, sobre todo a los enanos. Me viene ahora el recuerdo de don Ramón retransmitiendo para Radio Orense la llegada de los Reyes Magos a la plaza mayor, desde el "excelentísimo" balcón del Ayuntamiento (una de las muchas anécdotas de este gran ourensano).

Junto a estos dos negocios, otros muchos se apuntaban al bum de la Navidad para ofrecer juguetes y regalos a los ourensanos: Bazar Nieto, Los Populares, Empresas Reunidas, la librería La Región, realmente casi todos los que estaban situados por el centro ampliaban su oferta esos días. Sin embargo me cuentan que las jugueterías de renombre eran: la Casa Azul (que parece ser se abrió en donde todos recordamos confitería Ramos, esquina Paseo, Parque San Lázaro, y después se trasladó a la Plaza del Hierro esquina La Paz), el Bazar Blanco en Paseo (al lado de Sala Auria), la aún muy reciente juguetería Rober, no podemos olvidar a Tobaris y la hoy más antigua de la ciudad “La Gallega” (Paseo esquina Alejandro Outeiriño).

La segunda imagen muestra una escena que aunque no fue propiamente navideña (se celebraba el 80 cumpleaños del abuelo, y todos los nietos posaron alrededor del feliz homenajeado), refleja perfectamente el espíritu de ésta. No voy a citar los nombres aunque a poco que os fijéis alguna pista hay.

Es posible que las navidades de “ayer” tuvieran una ventaja sobre las actuales, me refiero al número de niños que se reunían en las casas, familias de uno y dos niños, las había, pero lo habitual eran tres, cuatro, cinco… (Estoy personalizando en mi infancia, ya que si echó la vista más atrás, ya hablamos de familias de diez, once; sé de una en el Couto de catorce, lejos de los diecinueve del premio nacional de natalidad en 1954, pero…) Juntar a toda aquella prole era un autentico follón, sobre todo para madres y abuelas, pero no sé por qué año tras año se repetía.

La fotografía cuenta con el añadido de que se obtuvo en las bellas escaleras que tenía el Hotel Roma en su hall de entrada. No me consta que el Roma organizara grandes cotillones ni bailes en estas fiestas, paro al menos cena de Nochevieja sí que ofrecían.

Permitidme que aproveche esta oportunidad que me facilita el diario La Región para enviaros mis mejores deseos para el próximo año.

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