Fátima encendió los balcones

La novena de la Virgen se despidió con el testimonio de cinco personas sobre cómo viven esta crisis, en los que no faltaron peticiones de fe. Por la noche, su figura se presentó ante los fieles que la acompañaron desde sus casa

Cerrada la novena de Fátima más atípica que se recuerda. Este 13 de mayo, día de la Virgen, se vivió con un templo prácticamente vacío. Solo unos pocos fieles estuvieron presentes dentro del templo de O Couto para presenciar la última homilía oficiada por el obispo Leonardo Lemos. Mientras, a las puertas de la iglesia, algunos fieles no se perdieron la cita a través de los barrotes de sus puertas.

Este miércoles se celebró su día grande, que se tuvo que adaptar a las circunstancias. Los escasos presentes a la misa de 12 escucharon las palabras del obispo que recordó el 13 de mayo en años anteriores: “Miles de personas llenaban este templo durante la novena y, en este día, acompañaban a la Virgen por las calles de Ourense. Ahora no puede ser así”, pronunció. Lemos hizo hincapié en la difícil situación que vive la humanidad, sin olvidar la "crisis social y económica" que trae consigo esta pandemia. Por ellos, agradeció a los organizadores la iniciativa "genial" de ofrenda solidaria que idearon con Cáritas: "Sugirieron que el montón de flores que recibía la Virgen se sustituyese por una flor que supone compromiso, ayuda, generosidad y limosna a tantas necesidades que golpean nuestro corazón", resaltó.

Celso Rodríguez, copárroco en Fátima, participó tras la eucaristía en un Rosario de Antorchas adaptado por la situación. El sacerdote lamentó no poder acompañar a la Virgen "llena de luz y de flores" en su tradicional y multitudinaria procesión hasta la Catedral. Con cinco estandartes, que en otras circunstancias se sumarían a el recorrido, levantados en alto por cinco mujeres se recitaron los cinco misterios del Rosario.


Realidades de la pandemia


Tras cada misterio se mostró el testimonio de diferentes personas y de cómo viven ellos esta pandemia. El primer en intervenir, a través de un vídeo como los demás, fue Antonio Fernández. Este sacerdote se encuentra de misionero en Zambia, desde donde envía un mensaje a los fieles de Fátima. "Nestes tempos estamos, para ser o faro da fe e chegue a todos os recunchos do mundo". 

Este no fue el único mensaje y tras el de Fernández llegó el de Carla, una pequeña de cinco años que explica desde su pueblo, cómo vive esta situación que le impide ir al templo a celebrar el santo de Fátima, su madre: "Eu víñenme coa miña avoa, porque os meus pais traballan e non queren contaxiarnos", cuenta en un vídeo la pequeña. En él lamenta no poder acudir a la procesión y dice sentirse "triste" por ello: "Pídolle a Virxe unha vida normal para levarlle moitas flores bonitas", termina.

Desde la propia parroquia, Miriam traslada su testimonio del día a día en la residencia de mayores en la que trabaja: "Le pido a la Virgen fuerza y valentía, para trasladarle a mis residentes el cariño y el amor que sus familiares no pueden darle", afirma emocionada. Tras ella llegaron dos maestros de los colegios de Pedrafita y O Courel en Lugo que, acompañados de su pequeño hijo, relataron cómo lo están pasando e interpelaron a los fieles para ayudar a los que más lo necesitan: "Pedímoslle a María que desta situación saiamos cun estilo de vida máis comunitario e que medremos en caridade e acollida".

Por último, llegó el testimonio de otra Miriam, una doctora que prestó¡a servicio voluntario en el Hospital Severo Ochoa de Leganés en Madrid, en el que también se contagió de covid-19. "He visto a gente sufrir, a familias desesperadas por no ver a sus seres queridos y esperando por esa única llamada que le diese buenas noticias", cuenta de su experiencia. También relata el "miedo" que sintieron otros profesionales como ella de llevar el virus a sus casas y familiares. Y entre una realidad tan complicada, se encontró con cosas positivas: "Vi a mucha gente ayudar sin pedir nada a cambia. Pido a Fátima por los que nos han dejado y sus familia, pero también para que aprendamos que juntos somos más fuertes".

Por la noche, la imagen de la Virgen de Fátima abandonó el templo para colocarse a sus puertas ante sus fieles que la acompañaron desde sus casas. Junto con el sonido de las campanas, los llamados a esta cita se asomaron a los balcones y ventanas con un cirio encendido. Esta novena será recordada, sin duda, de otra forma. 

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