La Praza do Correxidor fue el escenario elegido por asociaciones de la ciudad para festejar el magosto. Varias carpas intentaron desafiar la incesante lluvia mientras se preparaba la comida.
La lluvia se ha empeñado en aguar a los ourensanos sus ganas de fiesta en los tradicionales magostos, aunque no ha conseguido su objetivo. La Praza do Correxidor fue el lugar en el que ayer varias asociaciones de la ciudad concentraron sus esfuerzos para festejar esta tradición. Paraguas, gorros y dos carpas se incorporaron al magosto para hacer frente a la incesante caída de agua, y los más valientes no dudaron en acudir a la cita para degustar sabrosas costillas asadas, chorizos, brochetas veganas, y cómo no, las tradicionales castañas, indudables protagonistas de estos días. Todo ello regado con buen vino y ganas de fiesta, aún a pesar de la lluvia que, sin duda, restó asistentes.
Por la mañana fue el turno para los escolares. Muchos centros educativos aprovecharon la jornada para llevar a sus estudiantes a diversos lugares donde pudieron disfrutar también de la tradición. Los alumnos de Maristas optaron por Los Milagros para degustar allí los chorizos a la brasa y las castañas asadas y disfrutar de un día no lectivo en compañía de los compañeros de clase y de algunos profesores.
La jornada de ayer decidió dejar de lado los montes y quedarse en espacios más cerrados, con el fin de evitar las lluvias. En la provincia, también optaron por estas soluciones. En Celanova, uno de los magostos que se celebraron fue el organizado por Cruz Roja, con voluntarios y usuarios. Sin duda, las castañas han sido las grandes protagonistas de estos días y mantendrán su poder al menos hasta el día de hoy, festivo en la ciudad. Aunque la fiebre magostera tal vez aún dure hasta el próximo fin de semana, donde grupos de amigos y familias enteras puedan reunirse en torno a una hoguera.
