El fin del viaducto del Barbantiño permite abrir hoy el último tramo de la autovía de Santiago

Vista del viaducto sobre el río Miño y el enlace de la AG-53  con la A-52. (Foto: Xesús Fariñas)
Ya concluido el viaducto del Barbantiño, cuya ejecución se demoró dos meses con respecto al resto del trazado, hoy se abren al tráfico los 14 kilómetros entre el enlace de Cea y la autovía A-52. Era el único tramo que faltaba para para completar la nueva conexión entre Ourense y Santiago.
Tras ocho años de obras, la conexión entre Compostela y Ourense está operativa en su totalidad 004OURENSE004q004LR Los conductores que circulen entre Ourense y Santiago podrán desplazarse a partir utilizando íntegramente vías de alta capacidad, con la apertura al tráfico -a partir de las nueve de la mañana- del trazado entre el enlace de Cea y la autovía A-52.

La fase que hoy abre al tráfico tiene 14 kilómetros. Su trazado está integrado por dos calzadas, cada una de ellas con dos carriles de 3,5 metros de ancho, así como margen interior de un metro y exterior de 2,5 metros.

Cuenta, además, con dos grandes viaductos: uno de 780 metros sobre el río Barbantiño y otro de 440 metros para salvar el río Miño. Hay, además, otros cuatro puentes de escasa longitud, que pasan sobre un gasoducto, sobre las vías de tren convencional y de alta velocidad y sobre la N-120. La ejecución del tramo supuso una inversión de 89,4 millones de euros.

La apertura al tráfico de este tramo estaba prevista para principios del año, pero se demoró por el retraso en las obras del viaducto del Barbantiño (el resto del trazado estaba ya acabado), porque el tiempo lluvioso y de bajas temperaturas durante el pasado invierno ralentizó las obras, que se realizaban en zona de gran pendiente (los pilares centrales del viaducto alcanzan los 80 metros).

Este tramo se completa con un vial de enlace a Maside y Carballiño, de cinco kilómetros.

Actualmente se encuentra en construcción y tendrá un coste de 22,3 millones de euros.

Ocho años

La apertura al tráfico de este último tramo se produce después de ocho años de obras entre ambas ciudades para completar una conexión integrada por 56 kilómetros de autopista y 31 de autovía. El primer tramo, entre Santiago y Silleda (33 kilómetros) comenzó a construirse a principios de 2001 y se inauguró a finales de 2003. Un año más tarde, en diciembre de 2004, abría al tráfico el trayecto entre Silleda y Dozón, de 23 kilómetros. Estos dos tramos, de titularidad estatal, tienen peaje, actualmente fijado en 5,15 euros para turismos (con uno de los mayores costes por kilómetro de la red de autopistas estatales).

Mientras, el primer tramo de la fase autonómica (entre Dozón y el enlace de Cea, de 17 kilómetros), entró en servicio a mediados de 2007, y el resto del trazado hasta la A-52 lo hace hoy. Estaba previsto que los 31 kilómetros de titularidad autonómica también estuviesen sometidos a peaje, si bien el anterior presidente de la Xunta, Pérez Touriño, anunció su supresión en octubre de 2007, sustituyéndolo por un ‘peaje en la sombra’ (en virtud del cual la Xunta abona un canon por cada vehículo que use la vía, actualmente fijado en 2,31 euros).

El desplazamiento se reduce a una hora

La conexión entre Ourense y Santiago consta de un tramo de titularidad estatal (los 56 kilómetros entre Santiago y Dozón, bajo la denominación AP-53) y otro promovido por la Administración autonómica (la AG-53, 31 kilómetros entre Dozón y la autovía das Rías Baixas), siendo un caso único en España en la gestión de autovías, que se debió al rechazo de Fomento durante el mandato de Álvarez Cascos a ejecutar la vía en su integridad al considerar que no sería rentable.

En todo caso, además de los 87 kilómetros de esta vía, para llegar a Ourense todavía hay que recorrer otros 10 kilómetros más por la A-52 hasta llegar a Ourense, lo que deja el trayecto total en 97 kilómetros.

La distancia entre ambas ciudades podrá cubrirse, a partir de ahora, en menos de una hora, lo que supondrá una notable ventaja con respecto al desplazamiento por la vía convencional, la N-525. La apertura de diversas fases en los últimos años alivió el tráfico de la carretera, pero antes de su construcción eran continuas las retenciones provocadas por el elevado tráfico y la falta de carriles de adelantamiento, lo que motivaba que el viaje se prolongase hasta casi dos horas.



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